La honestidad en una relación no consiste sólo en decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, cada vez que un pensamiento entra en tu cabeza. Se trata de ser sincero de forma suave, para que tu pareja sea capaz de escuchar y entender tu punto de vista.

Así que ve con cuidado; la honestidad dura e implacable puede ser perjudicial.

Aquí tienes algunas ideas para guiarte.

La confianza mutua es un objetivo más saludable para las parejas.

Habla con tu pareja sobre lo que significa la confianza para cada uno de vosotros y establece algunas reglas básicas al respecto. Debería poder confiar en las palabras y acciones de su pareja, de forma coherente. Ninguno de los dos debería ser reservado en sus comportamientos (o en sus dispositivos). Y deberíais sentiros «escuchados» en vuestra relación; que cada uno de vosotros anime al otro a relajarse y a ser él mismo.

No tenéis que compartirlo todo.

La gente suele creer que la honestidad significa revelar completamente todo lo que piensas y sientes. No lo hagas. Esto no significa ser «selectivo» con la verdad o decir pequeñas mentiras blancas cuando te convenga. Significa que todo el contenido del corazón y la mente de cualquier persona está revuelto y es aburrido – así que edítate: sólo comparte las cosas que importan.

Considera tu razón para compartir ANTES de hablar.

Las personas a menudo se apresuran a compartir sus pensamientos/sentimientos con su pareja para aliviar su propia ansiedad o inseguridades, sobre la relación u otros asuntos. Pero esto somete a su pareja a una presión constante para que le dé consejos tranquilizadores, para que sea siempre «su roca». Aunque no le importe, es agotador, y no tan divertido, ser la roca de alguien las 24 horas del día.

Ser capaz de tolerar la angustia es una habilidad emocional absolutamente clave (y a menudo infravalorada). Así que no tengas demasiada prisa por hablar de todo. Observe sus sentimientos difíciles y siéntese con ellos un rato: no empeorará las cosas y puede que desaparezcan por sí solos.

No espere que su pareja le revele todo lo que tiene en la cabeza.

Las personas a las que les gusta hablar de sus pensamientos y sentimientos suelen esperar lo mismo de su pareja. Eso no es justo. Algunas personas son más calladas que otras, y eso no significa que sean infelices. Déles espacio, pero no fuerce la conversación: si presiona demasiado a su pareja, la conversación podría no salir como usted espera.

Considere cómo podría aterrizar su «honestidad»

Antes de contarlo todo, piense en cómo sus palabras podrían ser interpretadas por su pareja? Intenta preguntarte cómo te sentirías si él o ella te dijera estas cosas. Y considera si hay un patrón en tu «honestidad»: ¿sigues planteando los mismos temas? Ser sincero con tu pareja no debería ser una excusa para criticarla o menospreciarla, y menos aún de forma repetida.

Escucha más de lo que hablas.

Es una regla de oro para el éxito en cualquier relación, incluyendo la de los padres y la de los amigos. Tú ya sabes lo que piensas, así que deja que los demás tengan la palabra para que puedas saber lo que les pasa. Todo el mundo debería tener la oportunidad de hablar, y la libertad de decidir si la utiliza.

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