La mayoría de nosotros hemos leído alguna vez un artículo de periodismo narrativo -o literario, según a quién preguntes-, aunque no sepamos exactamente qué es o cómo llamarlo. Estas son nuestras principales recomendaciones si quieres leer los mejores ejemplos de este género.

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Por Jimena Gómez

The New Yorker es uno de los principales medios de comunicación del periodismo narrativo, y en sus páginas se han publicado muchos ejemplos clásicos. Con la llegada de los editores digitales, este tipo de escritura ha experimentado un gran auge, ya que no limita al escritor en términos de espacio.

Estas cuatro piezas se leen tan bien ahora como cuando fueron escritas y demuestran que, más allá de las preguntas tradicionales que todo estudiante de periodismo aprende en la escuela -quién, qué, cuándo y cómo-, el periodismo también puede responder al esquivo por qué. Nos permiten asomarnos a una ventana intemporal para ser testigos no sólo de los acontecimientos, sino de las personas que participaron en ellos y de cómo les afectaron. También da al escritor la libertad de explorar la narración como un oficio, para doblar las reglas del periodismo y contar la verdad de una manera que toma prestado su ritmo de la ficción y su capacidad de enganchar al lector.

Estos cuatro artículos son el ejemplo perfecto del potencial del periodismo narrativo, y le garantizamos que cambiarán su visión de la información en su conjunto.

El hombre que navegaba por su casa, de Michael Paterniti

Toda la carrera de Michael Paterniti es una carta de amor al periodismo, por lo que esta era una elección difícil, pero «El hombre que navegaba por su casa» brilla incluso entre la consistente gran obra de su autor. Es el relato cargado de emoción de la supervivencia de Hiromitsu Shinkawa, el hombre rescatado del mar dos días después del tsunami japonés de 2011. Al contar la historia en segunda persona, Paterniti asumió un gran riesgo, pero el ritmo y la intensa prosa consiguen sumergir al lector en la historia de un hombre, perdido y solo, que ve cómo su vida es arrastrada por la corriente.

Cita de la entrada: «Contra la pared hay sacos llenos de semillas de arroz, y desde fuera se oye la voz de su mujer llamándole por su nombre. Hiromitsu. Cae la noche y en el dormitorio te acuestas junto a ella. Lo recordarás más tarde cuando intentes mantenerte con vida: quedarte dormido por última vez junto al cuerpo de tu mujer en tu casa, bajo su techo de lata blanca, a la sombra del mar.»

Hiroshima de John Hersey

Hiroshima es una lectura asombrosa. Retrata el bombardeo de la ciudad y sus espeluznantes consecuencias a través del relato de las vidas, y las muertes, de sus habitantes. Pero también es un artículo muy antiguo, de 1946, concretamente, y es el primer trabajo que hablaba de las víctimas de lo que la mayoría de los demás medios de comunicación tacharon como una victoria de los aliados, sin tener en cuenta el daño que pudo causar en aquel lejano lugar sólo conocido como enemigo.

Cita de la puerta: «El asfalto de las calles estaba todavía tan blando y caliente por los incendios que caminar era incómodo. Sólo se encontraron con una persona, una mujer, que les dijo al pasar: ‘Mi marido está en esas cenizas'».

En el Valle de la Sombra de la Muerte: Guyana después de la masacre de Jonestown, de Tim Cahill

Aunque todos los artículos de esta lista hacen -de un modo u otro- lo mismo, «En el valle de la sombra de la muerte» de Tim Cahill es especialmente claro al detallar el trabajo sucio que supone la cobertura de uno de los sucesos más trágicos de los últimos cincuenta años. Con un número de víctimas cercano al millar, la masacre de Jonestown fue una secta convertida en un asesinato-suicidio masivo, del que nadie volvió igual, ni los supervivientes ni los reporteros.

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Cita de la entrada: «A un lado, sobre botellas de cerveza Banks, los supervivientes hablaban con los periodistas. Se escuchaban los detalles más desgarradores y sangrientos -‘Parte de su cráneo cayó en mi regazo’; ‘… perdí cinco hijos ahí fuera…’; ‘mi hijo estaba muerto, y mi mujer se estaba muriendo’- por encima del estruendo de las risas y los aplausos y los villancicos.»

La maldición de la esmeralda de Bahía, una roca verde gigante que arruina vidas, de Elizabeth Weil

La maldición de la esmeralda de Bahía llega al final para demostrar que el periodismo narrativo no se limita a cubrir grandes acontecimientos trágicos; un buen periodista encontrará una historia que contar incluso en lo que a la mayoría le parece un caso inane y pequeño de intentar hacerse rico rápidamente. Se lee casi como una comedia de errores, llena de sueños rotos y encantadores estafadores: una gran historia de una gran oportunidad que no fue, y de la mayor esmeralda del mundo, que podría resultar ser sólo una roca muy grande.

Cita de Gateway: «En los últimos 10 años, se han presentado cuatro demandas por la esmeralda de Bahía. Catorce individuos o entidades, además de la nación de Brasil, han reclamado que la roca es suya. Una casa se quemó. Tres personas se declararon en quiebra. Un hombre alega haber sido secuestrado y mantenido como rehén. Muchos de los implicados dicen que la esmeralda es un engendro del infierno, pero tampoco pueden dejarla marchar.»


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