Walt Disney es conocido como un creativo de extraordinario éxito cuyas visiones como animador, cineasta y desarrollador de parques temáticos cambiaron el entretenimiento en el siglo XX y más allá. Sin embargo, si se profundiza un poco más en los antecedentes de Disney, se descubrirá que su camino hacia el éxito se vio allanado por una infancia infeliz junto con innumerables fracasos y contratiempos empresariales.

Disney tuvo una relación tensa con su padre

Nacido en Chicago en 1901 y criado en Missouri, Disney era el cuarto hijo de cinco hermanos. Su padre, Elias, era una figura dominante y supuestamente abusiva mientras intentaba, sin éxito, sacar adelante a la familia. Para escapar de sus estresantes circunstancias, el joven Disney encontraba consuelo en el dibujo. Aun así, vio cómo sus hermanos mayores, uno tras otro, huían de casa para escapar de su padre, y pronto él seguiría su ejemplo mintiendo sobre su edad para convertirse en conductor de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial. (Años más tarde, cuando su padre murió, Disney se negó, según se dice, a acortar un viaje de negocios y, por tanto, se perdió el funeral de su padre.)

Walt Disney en 1902

Foto: Apic/Getty Images

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Su primer negocio de dibujos animados quebró

Cuando regresó a casa de la guerra, Disney se convirtió en aprendiz en un estudio de arte comercial de Kansas City. Con ganas de emprender su propio camino, él y su hermano mayor Roy lanzaron su propio negocio de dibujos animados, Laugh-O-Gram Studios, en 1920, pero la compañía quebró un par de años después.

Con la pérdida de su primer negocio, Disney hizo las maletas, y con sólo 40 dólares a su nombre, se fue a Los Ángeles para intentar actuar. Pero también fracasó en eso. Sin embargo, hubo un aspecto positivo en su traslado. Al darse cuenta de que no había estudios de animación en California, Disney convenció a Roy para que se uniera a él en el Oeste y así poder montar un negocio. No mucho después, Disney encontró su primer gran éxito con la creación de Oswald el Conejo Afortunado.

El personaje de Disney, Oswald, tuvo mucha suerte, convirtiéndose en una gran estrella de la animación de un solo rollo, pero el propio Disney descubriría que su suerte se había acabado. Al viajar a Nueva York para renegociar su contrato, descubrió que su productor le había quitado su equipo de animadores y que ya no tenía ningún derecho legal sobre Oswald el Conejo Afortunado.

Pero en lugar de luchar contra la pérdida o planear su venganza, Disney decidió marcharse y empezar de nuevo. Fue en el viaje en tren de vuelta a California cuando creó a Mickey Mouse.

Oswald el Conejo Afortunado

Foto: Buyenlarge/Getty Images

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Disney sufrió un ataque de nervios tras crear a Mickey Mouse

Después de años comiendo alubias y endeudándose, Disney finalmente dio vida a Mickey Mouse en el cine a partir de finales de los años 20 y se ganó su regreso a la cima de su industria. Pero no fue fácil. Los banqueros rechazaron el concepto de su famoso ratón más de 300 veces antes de que uno dijera que sí.

Incluso con el éxito de Mickey Mouse, Disney seguía teniendo problemas para mantener su negocio a flote. No sólo estaba sobrecargado de trabajo, sino que las tensiones con su empleador -que acabó robándole a su mejor animador de toda la vida- llevaron a Disney a sufrir una crisis nerviosa.

Después de tomarse un tiempo de descanso con su mujer para recuperarse, Disney volvió con una nueva y audaz idea: desarrollaría un largometraje de animación, al que llamaría Blancanieves y los siete enanitos (1937). Se convertiría en un gran éxito de taquilla, aunque las películas que siguieron -Pinocho (1940), Fantasía (1940) y Bambi (1942)- acabarían siendo un fracaso.

Walt Disney señala con entusiasmo los dibujos del parque temático al que se está preparando para dar vida.

Foto: Hulton Archive/Getty Images

Walt Disney comparte una risa con dos Imagineers en 1954.

Foto: Earl Theisen/Getty Images

Walt Disney examina un boceto del monorraíl, el tren futurista que planea como transporte del parque.

Foto: Getty Images

Un año antes del día de la inauguración de Disneylandia, Walt Disney conversa con los Imagineers en torno a un modelo 3D del parque.

Foto: Earl Theisen:Getty Images

El ingeniero y reparador de Disneyland Louie Francuz y Walt Disney inspeccionan los animales del Safari Africano en la atracción Jungle Cruise para asegurarse de que tienen un aspecto suficientemente realista.

Foto: Getty Images

Walt Disney se prepara para subir a un helicóptero que se dirige a Disneylandia, que en ese momento todavía estaba en construcción.

Foto: Archive Photos/Getty Images

Walt Disney se sienta frente al famoso castillo de Disneylandia, Fantasyland, grabando una transmisión para la inauguración oficial del parque temático. La grabación fue televisada a nivel nacional.

Foto: Getty Images

Walt Disney y el gobernador de California Goodwin Knight saludan en señal de celebración el día de la inauguración de Disneylandia, el 17 de julio de 1955.

Foto; USC Libraries/Corbis via Getty Images

Sus animadores se pusieron en huelga durante la Segunda Guerra Mundial

Si Disney no tenía ya suficientes cargas que soportar, se avecinaban más. Sus animadores se pusieron en huelga al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y contribuyeron a su creciente deuda, que ascendía a más de 4 millones de dólares. Una vez terminada la guerra, su empresa tardó en reconstruirse, pero durante este tiempo, Disney aprendió a diversificar su negocio recurriendo a la televisión, a pesar de las presiones de los estudios cinematográficos para que se mantuviera en la gran pantalla.

Su apuesta dio resultado. Con el éxito de programas de televisión como El club de Mickey Mouse y Davy Crockett, Disney pudo reunir suficiente capital para lanzar su mayor empresa: Disneylandia.

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La inauguración de Disneylandia se llamó «Domingo Negro»

Disneylandia abrió sus puertas el 17 de julio de 1955, en Anaheim, California. Como la mayoría de las empresas de Disney, tuvo un comienzo difícil. Las entradas falsificadas atraían a más visitantes de lo previsto, lo que aumentaba una cola de siete millas de largo. Con temperaturas de hasta 100 grados, el nuevo asfalto derretía los tacones de las mujeres, las fuentes de agua potable no funcionaban (gracias a una huelga de fontaneros) y algunas de las atracciones no funcionaban bien. Los críticos criticaron la apertura de Disneylandia, llamándola «domingo negro».

Pero, como siempre, la tenacidad y la perseverancia de Disney dieron un vuelco a su última empresa. Disneylandia se convirtió en un éxito colosal, liquidando sus deudas financieras, y hasta el día de hoy, funciona como parte integral de su imperio empresarial.

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