El carisma lasaliano es un don recibido del Espíritu Santo, a través del Fundador y de los primeros Hermanos. Permite descubrir, valorar y responder como colaboradores al servicio del Reino de Dios a las necesidades educativas humanas y cristianas de los niños, jóvenes y adultos de cada momento histórico, especialmente de los más necesitados.

El carisma es participativo y abierto y ha de ser compartido porque genera un vínculo espiritual especial entre muchas personas de diferentes tradiciones de fe. Es una familia carismática más que hace el camino hacia Dios como un solo Pueblo.

La Familia Lasaliana incluye diferentes formas de vivir la vocación lasaliana:

  • a. Institutos de Vida Consagrada: los Hermanos de las Escuelas Cristianas, las Hermanas Guadalupanas de La Salle, las Hermanas de La Salle, las Siervas de Jesús lasalianas.
  • b. Asociados y diversas configuraciones de fraternidades laicales (de Hermanos y Seglares) asociadas por un compromiso público: Fraternidades Signum Fidei, Fraternidades Educativas Lasalianas y Comunidades de Asociados.
  • c. Personas que integran el compromiso personal, la espiritualidad y otros rasgos fundamentales de la Asociación, con alguna forma de reconocimiento, pero sin compromiso público.
  • d. Organizaciones reconocidas por el Instituto o el Distrito, o por la Familia Lasaliana: la Unión Mundial de Antiguos Alumnos Lasalianos (UMAEL), el movimiento de Jóvenes Lasalianos, la Asociación Internacional de Universidades Lasalianas (AIUL), el Club St. Benildus Club, el Club de Madres Lasalianas, etc.
  • e. Otras personas comprometidas con la Misión Educativa Lasaliana: educadores, padres de familia, catequistas, voluntarios, animadores deportivos y recreativos, personal de administración y servicios, estudiantes.
  • f. Otros grupos, incluyendo Benefactores y Afiliados al Instituto FSC.

Los trescientos cuarenta años de historia lasaliana han sido posibles, en parte, porque los lasalianos nos sentimos corazón y memoria de este carisma, que es obra de Dios. Se sigue enriqueciendo cuando:

  • se comparten formas de mirar el mundo y la espiritualidad con los ojos de la fe
  • se aborda la interrelación entre la fe, la cultura y la vida a partir de las exigencias del mundo contemporáneo.
  • Hay promoción humana y formación integral de niños, jóvenes y adultos, especialmente de los más necesitados.
  • Los lasalianos viven en comunión. Las comunidades se constituyen, «juntos y por asociación», respondiendo de manera carismática a los desafíos de la misión educativa.
  • Las comunidades se convierten en el lugar donde se comparte la fe y la experiencia de Dios,
  • donde se hace una lectura comunitaria de los signos de los tiempos, una escucha atenta de las múltiples voces encontradas y un discernimiento de las respuestas concretas a estos desafíos.
  • Las relaciones fraternas, cercanas y solidarias construyen un sentido de pertenencia.
  • Hay responsabilidad con las necesidades educativas de nuestro mundo y con la lucha por los derechos humanos y la justicia, la paz y la integridad de la creación.

La vocación es siempre una respuesta personal a la llamada de Dios. Es Él quien toma la iniciativa. Uno de los elementos clave de una «cultura de la vocación» es el reconocimiento de que Dios llama a todos y llama continuamente…

Vivimos nuestra vocación lasaliana como religioso o seglar, hombre o mujer, célibe o casado, en la diversidad de culturas y contextos que conforman el mapa lasaliano del mundo, ya sea como católico, cristiano, miembro de otra tradición religiosa u otras creencias, y todos compartimos el mismo compromiso por la dignidad de las personas. El Espíritu sopla donde quiere y sus carismas, sus dones, superan cualquier tipo de estructura.

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