En el capítulo 3 de Romanos, los judíos cuestionan a Pablo sobre algunas de sus enseñanzas, concretamente sobre el pecado y la ley, así como el juicio de Dios sobre judíos y gentiles.

«Hechos Romanos I Corintios»
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Los judíos preguntan sobre el juicio

La primera pregunta que los judíos hacen a Pablo en el capítulo 3 de Romanos es cómo se benefician de ser circuncidados. Si Dios juzgará tanto a los judíos como a los gentiles, querían saber por qué tenían que circuncidarse. Pablo respondió diciendo que ellos, de hecho, tienen mayores privilegios y más conocimiento porque fueron el primer pueblo con el que Dios compartió su sabiduría.

Dios cumple su palabra

Como Pablo continuó en el capítulo 3 de Romanos, abordó la cuestión del castigo de Dios. Dijo que Dios siempre es verdadero aunque todo hombre sea un mentiroso. Les dijo a los judíos que Dios nunca sería infiel a sus promesas y que podían confiar en que sería justo con su juicio porque eso es lo que dijo que haría.

Todos han pecado

Los judíos le preguntaban a Pablo si eran superiores a los gentiles a los ojos de Dios, pero Pablo aplastó esa noción. Reiteró que ambos tipos de personas eran considerados pecadores a los ojos de Dios. Dijo que ambos serían juzgados por igual en su búsqueda de la salvación y que Dios envió a Jesús para salvar a todos, no sólo a un grupo de personas.

Salvación para los creyentes

Pablo concluyó el capítulo 3 de Romanos diciendo que habrá justificación para todo creyente genuino y honesto. Sólo los que no tuvieran remordimientos, explicó, sufrirían las consecuencias de sus pecados.

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Romanos 3 (Versión Reina Valera)

1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? o ¿qué provecho tiene la circuncisión?

2 En todo sentido: principalmente, porque a ellos les fueron encomendados los oráculos de Dios.

3 Porque ¿qué si algunos no creyeron? ¿Su incredulidad hará que la fe de Dios quede sin efecto?

4 Dios no lo quiera; sí, que Dios sea verdadero, pero todo hombre sea mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y puedas vencer cuando seas juzgado.

5 Pero si nuestra injusticia alaba la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Es injusto Dios que toma venganza? (Hablo como hombre)

6 Dios no lo quiera; porque entonces, ¿cómo juzgará Dios al mundo?

7 Porque si la verdad de Dios ha abundado más a través de mi mentira para su gloria; ¿por qué también soy juzgado como pecador?

8 Y no más bien, (como se nos calumnia, y como algunos afirman que decimos,) hagamos el mal, para que venga el bien? cuya condenación es justa.

9 ¿Qué, pues, somos mejores que ellos? No, de ninguna manera; porque ya hemos probado tanto a los judíos como a los gentiles, que todos están bajo el pecado;

10 Como está escrito: No hay justo, ni uno solo:

11 No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.

12 Todos se han desviado del camino, todos se han vuelto inútiles; no hay quien haga el bien, ni uno solo.

13 Su garganta es un sepulcro abierto; con sus lenguas han usado el engaño; el veneno de los áspides está bajo sus labios:

14 Cuya boca está llena de maldición y de amargura:

15 Sus pies son rápidos para derramar sangre:

16 Destrucción y miseria hay en sus caminos:

17 Y el camino de la paz no han conocido:

18 No hay temor de Dios ante sus ojos.

19 Ahora bien, sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley; para que toda boca sea tapada, y todo el mundo sea culpable ante Dios.

20 Así que por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado.

21 Pero ahora la justicia de Dios sin la ley se manifiesta, siendo atestiguada por la ley y los profetas;

22 la justicia de Dios que es por la fe de Jesucristo para todos y sobre todos los que creen: porque no hay diferencia:

23 Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios;

24 siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús:

25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, a fin de declarar su justicia para la remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios;

26 a fin de declarar, digo, en este momento su justicia, para que sea justo y justificador del que cree en Jesús.

27 ¿Dónde está entonces la jactancia? Está excluida. ¿Por qué ley? ¿Por la de las obras? No; sino por la ley de la fe.

28 Por tanto, concluimos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley.

29 ¿Es el Dios de los judíos solamente? ¿no es también de los gentiles? Sí, también de los gentiles:

30 Puesto que es un solo Dios, que justifica por la fe a la circuncisión y por la fe a la incircuncisión.

31 ¿Acaso anulamos la ley por la fe? Dios no lo quiera; sí, establecemos la ley.

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