El pollo romano suele servirse con puré de patatas.
El pollo romano suele servirse con puré de patatas.

El pollo a la romana es básicamente un plato que consiste en filetes de pechuga de pollo rebozados con queso romano. Algunas recetas pueden pedir que el pollo se reboce, mientras que las instrucciones de otras pueden hacer que la carne se reboce en queso Romano rallado. Antes de rebozar el pollo, hay que machacarlo hasta que quede fino y tierno. El pollo rebozado suele cocinarse en una sartén con una pequeña cantidad de aceite o mantequilla. A algunas personas les gusta verter una salsa sobre el Pollo Romano, y puede servirse con muchas guarniciones diferentes, como pasta, verduras o puré de patatas.

El Pollo Romano comienza con pechugas de pollo deshuesadas.
El Pollo Romano comienza con pechugas de pollo deshuesadas.

La carne de este plato debe estar crujiente por fuera y tierna por dentro al terminar. Para obtener los mejores resultados, las pechugas de pollo deben ser fileteadas y luego machacadas hasta que queden finas. Para ello, los filetes pueden colocarse entre trozos de papel de plástico o de cera, y luego machacarse con un objeto pesado, como un rodillo.

Después de preparar los filetes de pechuga de pollo, se suelen rebozar en harina y sumergirlos en huevo y pasarlos por queso romano rallado, o sumergirlos en un rebozado que incorpore tanto el huevo como el queso. Se pueden utilizar condimentos adicionales como sal, pimienta, ajo y hierbas italianas para dar más sabor.

El pollo romano se suele cocinar en una sartén con aceite de oliva o mantequilla. La sartén y la grasa deben estar calientes antes de añadir los filetes de pollo recubiertos. A continuación, la carne se saltea durante varios minutos por cada lado, hasta que la corteza exterior se vuelva crujiente y el interior del pollo esté completamente cocido, con una temperatura interna de 74°C (165°F). El plato se puede hornear para reducir la grasa y las calorías, pero la corteza puede no ser tan crujiente utilizando este método.

Una serie de recetas de Pollo Romano piden que se vierta una salsa sobre el plato. Las salsas más populares son la de limón y mantequilla o la de vino blanco. Se recomiendan las salsas ligeras, ya que no dominan el sabor del pollo en costra. Las salsas pueden llevar champiñones, rodajas de limón, perejil o ajo picado, según los gustos personales. El pollo también puede servirse sin salsa, o con la salsa a un lado.

Se pueden servir varios platos de acompañamiento con el Pollo Romano. Es una receta versátil que combina bien con la pasta, el puré de patatas y el pan de ajo. Para una comida más ligera, el pollo puede servirse simplemente, con una ensalada y verduras al vapor.

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