Imagina que justo antes de volver a casa del trabajo, alguien te dice que todas las antiguas leyes de tráfico han cambiado para siempre: El rojo ya no significaba parar y el verde ya no significaba seguir. De hecho, todas las señales que te guiaban ya no son válidas. Las viejas leyes han desaparecido, pero las nuevas aún están por escribir. ¿Cómo te sentirías y qué pensarías mientras te diriges a casa?
A menudo, el cambio ocurre así. Es repentino, es rápido y rompe nuestro equilibrio. Ya sea la venta imprevista de una empresa, la pérdida repentina de un trabajo o la pérdida inesperada de un ser querido, el mundo que antes conocías ha desaparecido, y es difícil saber qué hacer a continuación. Es aterrador, porque una de las formas de sobrevivir es ser capaz de predecir nuestro entorno y actuar en consecuencia. Cuando la previsibilidad desaparece, también lo hace nuestra sensación de seguridad.
De este modo, el cambio puede desencadenar nuestros instintos de supervivencia más básicos, e incluso cuando la supervivencia física no es un problema, puede sentirse como si lo fuera cada vez que las cosas cambian. Por eso el cambio es tan difícil: Nuestra existencia conocida, nos guste o no, es sustituida por otra desconocida, y nos volvemos temerosos y desorientados, sin saber hacia dónde dirigirnos para encontrar el confort y la seguridad que buscamos.
Los líderes responden con rapidez y audacia a esta circunstancia tomando medidas para restablecer un sentido de equilibrio para ellos mismos y sus seguidores. A continuación se ofrecen cuatro consejos que le ayudarán a liderarse a sí mismo y a los demás a través de un cambio difícil y quizás repentino o imprevisto.
- Sienta lo que sienta, está bien. El cambio puede suscitar una serie de emociones, como la tristeza, el miedo y la ira. No hay reglas sobre lo que se debe sentir, pero todo el mundo debería sentir algo. Si no es así, las emociones pueden estar al acecho bajo la superficie de la propia conciencia y hacer acto de presencia en el peor momento posible, surgiendo quizás como una palabra aguda no intencionada o un ataque de impaciencia. Recuerda esto: Las emociones en sí mismas no son buenas ni malas; es lo que hacemos como resultado de lo que sentimos lo que determina los resultados que obtenemos. Reconocer los sentimientos hace que sean más fáciles de controlar. Por lo tanto, los líderes reconocen sus propios sentimientos cuando las cosas cambian y validan los sentimientos de los demás. No deberías sentirte así no forma parte del léxico de un líder eficaz.
- Primero llora, luego sigue adelante. En una línea similar, es importante lamentarse y seguir adelante cuando se produce un cambio no deseado, y en ese orden. Casi todos los cambios no deseados traen consigo una sensación de pérdida y un deseo nostálgico de volver a las andadas. En un intento de seguir adelante, es tentador cometer el error de animar a la gente a abrazar lo nuevo sin darles tiempo a dejar ir lo viejo. A veces hay que ir despacio al principio para ir rápido después. Los líderes del cambio crean entornos en los que las personas pueden procesar sus pensamientos y sentimientos sobre lo que están dejando y lo que van a echar de menos, antes de que sus seguidores se centren exclusivamente en lo que van a ganar. Por ejemplo, he conocido grupos empresariales que celebran simulacros de funerales cuando se cierra una antigua división o departamento. Todos los miembros del equipo escriben sus adioses al pasado en una gran hoja de papel que luego se entierra, se quema o se elimina. Es un poco exagerado, pero llega a un punto importante: Los líderes hacen todo lo posible para ayudar a la gente a desprenderse de lo viejo antes de pedirles que se aferren a lo nuevo.
- Exija un esfuerzo perfecto, no resultados perfectos. A menudo, el cambio se produce en ráfagas, ya que un cambio engendra otro. Esto puede resultar abrumador, especialmente para quienes no participaron en la planificación del cambio o no lo vieron venir. Para ellos, el cambio puede parecer especialmente arriesgado o amenazador. Para ayudar a reducir la ansiedad, los líderes deben exigir el máximo esfuerzo en respuesta al cambio, pero no resultados perfectos. No todas las iniciativas de cambio resultarán exactamente como se había previsto. Los líderes lo reconocen y animan a sus seguidores a aprender y ajustarse sobre la marcha. Esto recuerda la historia de un joven que trabajaba para su padre. Después de cometer un error que costó a la empresa casi 50.000 dólares, el joven fue llamado a la oficina de su padre, creyendo que iba a ser despedido. «¿Por qué iba a despedirte?», le dijo su padre. «¡Acabo de invertir 50.000 dólares en tu educación!».
- Divida el cambio a largo plazo en trozos factibles. Una organización que encontré tenía esta filosofía operativa hacia el cambio: «Nacemos el lunes, morimos el viernes y renacemos el lunes». Funcionaba así: Cada lunes, cada grupo de trabajo se reunía y decidía las dos o tres grandes ideas en las que se concentrarían esa semana, ya fuera el servicio al cliente, las mejoras operativas o cualquier otra cosa relacionada con su plan de cambio estratégico a largo plazo. El viernes, informaban de lo que habían aprendido durante la semana a partir de sus esfuerzos centrados, y el lunes volvían a empezar el proceso. De este modo, tomaron el cambio a largo plazo y lo dividieron en incrementos factibles a corto plazo. Mantenga su enfoque operativo diario en los pasos inmediatos, para que los seguidores no se queden inmóviles frente a metas y objetivos de cambio a largo plazo aparentemente inalcanzables.
Una palabra final
El cambio repentino y abrumador puede desencadenar instintos fundamentales de supervivencia. Los líderes eficaces reconocen esto y se mueven rápidamente para ayudar a los seguidores a recuperar un sentido de equilibrio y balance.
Acerca del autor:
El Dr. Gary Bradt es un conferenciante, consultor de liderazgo y autor de The Ring in the Rubble: Dig Through Change and Find Your Next Golden Opportunity (McGraw-Hill, 2007). Visite www.GaryBradt.com para obtener más información.