Nervio N

La anatomía sigue siendo un campo rico en hallazgos y, en lo que respecta a los datos recogidos hasta ahora, no se puede dar nada por sentado. Existen muchos textos de referencia sobre disección anatómica que demuestran numerosas variaciones en el cuerpo humano.5-8 En los seres humanos, el nervio N está compuesto por un pequeño tracto de nervios con fibras no mielinizadas. A diferencia de los demás nervios craneales, el nervio N se encuentra en la zona más rostral, donde se encuentran el tronco cerebral y el bulbo olfatorio.1 El nervio N pasa por la región medial de la stria olfactoria (es decir, medial en relación con el espacio perforado anterior) y, a través del giro recto de la superficie orbital del lóbulo frontal, llega a la crista galli lateralmente. Por último, atraviesa la placa cribiforme del hueso etmoides más medial y profundamente que los tractos del nervio olfativo.1,9,10 El nervio N es muy fino en los adultos, pero es fácilmente identificable en la etapa fetal.1 Tiene un pequeño ganglio, con otras aferencias aún no identificadas,1 lo que indica que podría tener alguna función residual que justifique su consideración en el diagnóstico y el tratamiento. Como han demostrado las investigaciones en otras especies, el nervio está relacionado con el nervio olfativo11 en cuanto a su localización y probablemente también a su función. Desde una perspectiva embriológica, parece haberse desarrollado a partir de la zona de las células olfativas, aunque algunos han planteado la hipótesis de que puede originarse en la cresta neural.12 En cualquier caso, derivaría del ectodermo.13 Otros libros de texto suponen que está relacionado con el nervio nasopalatino, ya sea directamente o a través del tronco simpático. Es importante recordar que, a nivel de la nariz, existe el nervio nasopalatino que inerva la cavidad nasal y pertenece a la sección maxilar del nervio trigémino. A ese mismo nivel se encuentra el nervio etmoidal, que irriga la mucosa nasal anterior y se desarrolla a partir de la división oftálmica del nervio trigémino14 . Además, en algunas especies animales, el nervio N abastece a la retina, lo que indica que este nervio podría responder a la luz.15

Hasta ahora, sigue habiendo opiniones divergentes sobre la función de este nervio. Sin embargo, sólo se trata de hipótesis y sugerencias, ninguna de las cuales se basa definitivamente en pruebas incontrovertibles.16 No obstante, es posible especular teniendo en cuenta lo que ofrece la literatura médica en la actualidad. Según los numerosos estudios realizados hasta la fecha, el nervio N podría estar relacionado de algún modo con la función reproductora.

En varias especies animales, el nervio N segrega o estimula la secreción de la hormona liberadora de la hormona luteinizante, también conocida como hormona liberadora de gonadotropina.1,12,17 Esta hormona coordina el eje hipotálamo-hipófisis-gónadas.18,19 En los animales, este nervio puede localizarse sin dificultad y sus funciones son más evidentes, es decir, se supone que controla el comportamiento sexual y la actividad reproductiva.20-23 Se cree que la estimulación del nervio N desencadena una serie de cascadas hormonales desde la región nasal hasta el sistema reproductivo.11,24,25 Por lo tanto, una hipótesis es que el nervio N podría desencadenar una respuesta endocrina, directamente o conjuntamente con otras estructuras nerviosas, como la red neural de la kisspeptina. En los seres humanos, especialmente en las mujeres, este grupo de neuronas puede identificarse principalmente en el área preóptica y en el núcleo infundibular del hipotálamo mediobasal.26 ¿Podría esto significar que las mujeres pueden verse más afectadas por el nervio N? Todavía no lo sabemos. Sin duda, el sentido del olfato de la mujer es más fuerte durante la ovulación.1 Además, en el modelo humano, el área en cuestión es una fuente de interés en cuanto al comportamiento sexual, aunque no hay escritos decisivos sobre este tema.27

En general, la estimulación de una respuesta hormonal en el hombre puede estar relacionada con el epitelio nasal (a través de receptores quimiosensibles o de enlaces no identificados con feromonas).22,28-30 Las investigaciones en humanos demuestran que el nervio N está directamente conectado con el sistema límbico, al menos en el feto, y en consecuencia con el sistema olfativo.1 Otros estudios en el modelo humano sugieren que este nervio tiene la capacidad de almacenar pequeños polipéptidos, entre ellos la hormona liberadora de la hormona luteinizante, la acetilcolina y el neuropéptido Y.1 Este último también puede encontrarse en la amígdala, con una serie de funciones que influyen en el comportamiento, incluida la nocicepción.31

La opinión actual es que el nervio N tiene la capacidad de afectar al comportamiento sexual, pero todavía se desconoce hasta qué punto lo hace. Se cree que actúa estimulando la hormona liberadora de la hormona luteinizante al entrar en contacto con las feromonas, mejorando el olfato y la identificación de los olores, y esta serie de acontecimientos afectaría al comportamiento sexual.1 Se sugiere que el nervio N tiene aferentes que se originan en los ganglios simpáticos del tracto cervical superior, o en el ganglio pterigopalatino.1 Sin duda, se trata de hipótesis interesantes, pero están pendientes de verificación. Por último, el sistema trigeminal puede ser estimulado por los olores.14,32 Si se confirmara una conexión entre los ganglios simpáticos cervicales, el sistema trigeminal y el mencionado nervio, podríamos comprender y explicar mejor algunos trastornos cervicales, como los relacionados con el ciclo menstrual o la rinitis crónica. Además, podríamos relacionar ciertos trastornos del comportamiento sexual con el dolor del trigémino. Podrían formularse muchas otras hipótesis, pero lo cierto es que el cuerpo humano es una entidad única. Para que el cuerpo mantenga la homeostasis, todas y cada una de las partes deben colaborar de forma armoniosa y tensa, en lo que respecta al funcionamiento no sólo fascial, sino también inmunológico, neuroendocrino y psicológico. Las investigaciones recientes sobre el sistema olfativo teorizan una correlación entre las alteraciones olfativas y ciertos trastornos psiquiátricos y conductuales, así como otras patologías neurológicas.33-35 Recientemente, se han publicado algunos artículos científicos que sugieren que el sentido del olfato es una herramienta de supervivencia y esencial para permitir la atención en los individuos conscientes.36 Una posible conexión entre el nervio olfativo y el nervio N ofrece otros escenarios clínicos. Sin embargo, estamos de nuevo a la espera de nuevas investigaciones sobre esta relación.

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