Los estudios demuestran que perder a un padre tiene un efecto psicológico permanente y de por vida en los seres humanos de todas las edades

El trauma de perder a un padre tiene un profundo efecto en todos nosotros, sin importar la edad que tengamos. El dolor es tan inconmensurable que hay estudios que demuestran que la muerte de nuestra madre o padre puede llegar a alterar la química de nuestro cerebro y tener también efectos físicos duraderos.

La forma en que nuestro cerebro procesa el dolor es profunda y compleja. Las investigaciones indican que las regiones de nuestro cerebro que procesan el dolor -el córtex cingulado posterior, el córtex frontal y el cerebelo- son las mismas que recuperan los recuerdos y se detienen en el pasado.

También son las mismas regiones del cerebro que regulan nuestro sueño y nuestro apetito. Lo que explica por qué, cuando estamos en un profundo estado de duelo o depresión, muchas personas experimentan un aumento del sueño, insomnio o grandes diferencias en nuestro apetito.

La pérdida de un padre, ya sea anticipada o trágicamente repentina, conlleva diferentes niveles y horarios de duelo. La pérdida de un padre a una edad temprana suele ser una pérdida repentina, lo que puede llevar a que los niños más jóvenes y los adultos experimenten largas fases de negación y rabia del duelo.

Tener tiempo para prepararse y aceptar la pérdida de un padre, cuando la muerte es anticipada, ofrece la oportunidad de despedirse y encontrar un buen sistema de apoyo. Esta puede ser la razón por la que otros estudios muestran que los adultos más jóvenes se ven más afectados por la pérdida de los padres.

Perder a un padre puede conducir a un mayor riesgo de problemas de salud emocional y mental a largo plazo como la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias. Perder a uno de los padres en la infancia aumenta estas probabilidades, y aproximadamente uno de cada 20 niños de 15 años o menos ha sufrido la pérdida de uno o ambos padres.

Así que muchos de nosotros tenemos relaciones complejas con nuestros padres – y algunos no tenemos ninguna. El resultado de las emociones no resueltas, como la ira y el resentimiento, también tiene un efecto duradero en nuestra psique. La muerte de un padre significa que no hay esperanza de reconciliación o de que tus sentimientos sean validados.

Cuando se trata de la muerte de un padre, no existe tal cosa como «superarlo». No importa el tipo de relación que tuvieras con ellos, o el tipo de padre que fueran. Nos altera profunda y permanentemente -mental, física y emocionalmente- para el resto de nuestras vidas.

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