Descargo de responsabilidad
Si tiene alguna pregunta o duda médica, hable con su proveedor de atención médica. Los artículos de la Guía de la Salud se basan en investigaciones revisadas por expertos y en información procedente de sociedades médicas y organismos gubernamentales. Sin embargo, no sustituyen el consejo, el diagnóstico o el tratamiento médico profesional.
Todos hemos padecido una u otra enfermedad infecciosa a lo largo de nuestra vida. Resfriados, infecciones del tracto urinario, celulitis, gripe, infecciones de transmisión sexual, neumonía… la lista es interminable. Lo que es mucho más infrecuente es una infección que afecte al hueso, también llamada osteomielitis. Vamos a profundizar en la infección que afectó a las carreras de Yao Ming, Mickey Mantle y Al Kaline.
La palabra osteomielitis proviene de un conjunto de raíces griegas. La osteomielitis puede dividirse en tres partes: osteo, de osteon, que significa hueso, myelo, que significa médula, e itis, que significa inflamación. En conjunto, osteomielitis significa inflamación del hueso y su médula, que proviene de una infección del hueso. Es poco frecuente, ya que sólo afecta a unas 2 de cada 10.000 personas (Parvizi, 2010). Su rareza se debe a la resistencia del hueso sano a la infección: el hueso sólo puede infectarse en circunstancias adversas en las que se produzca un daño en el hueso o se introduzca una gran cantidad de bacterias a través de una lesión, una intervención quirúrgica o una infección grave del tejido próximo.
La osteomielitis no es en absoluto un fenómeno nuevo. El término fue utilizado por primera vez en la literatura médica en 1844 por un cirujano francés, Auguste Nélaton. Pero no crean que ese fue el primer caso de osteomielitis. Hay pruebas fósiles de la osteomielitis que afectó a Dimetrodon, un animal antiguo de 4 metros de largo con una vela en la espalda que vivió en el Pérmico (Moodie, 1921).
Vitales
- Osteo significa hueso, mielo significa médula, e itis significa inflamación.
- La osteomielitis es poco frecuente, y sólo afecta a unas 2 de cada 10.000 personas.
- La mayoría de los casos de osteomielitis se deben a una infección bacteriana. Por ello, la osteomielitis suele tratarse con antibióticos.
- Existen pruebas fósiles de la osteomielitis que afectaba al Dimetrodon, un animal antiguo de 4 metros de largo con una vela en el lomo que vivió en la época del Pérmico.
¿Cuáles son los signos y síntomas de la osteomielitis?
Un profesional sanitario suele sospechar que se trata de una osteomielitis por los síntomas que presenta. En los niños, la osteomielitis puede causar semanas de fiebre, irritabilidad, junto con enrojecimiento, hinchazón y sensibilidad sobre el hueso afectado. En los adultos, los síntomas comunes incluyen sensibilidad, calor, enrojecimiento, hinchazón, dolor de huesos y dolor en la zona infectada, junto con fiebre y escalofríos.
En los niños, los huesos más comúnmente afectados son los huesos largos de los brazos y las piernas (Kradin, 2010). En los adultos, los huesos de la columna vertebral, también llamados vértebras, suelen verse afectados junto con los huesos de los pies, especialmente en los diabéticos.
La osteomielitis puede clasificarse en osteomielitis aguda y osteomielitis crónica. Las personas con osteomielitis aguda sólo han experimentado síntomas durante unos días o un par de semanas, mientras que las personas con osteomielitis crónica han tenido una infección de larga duración durante meses o años.
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¿Qué causa la osteomielitis?
Típicamente, las infecciones óseas se producen como resultado de una cirugía o un traumatismo en el propio hueso, una infección de la zona que lo rodea o si hay una infección sistémica y el patógeno está presente en la sangre. La mayoría de las veces, la osteomielitis es el resultado de una infección bacteriana. La osteomielitis es más comúnmente causada por una bacteria llamada Staphylococcus aureus (Castellazzi, 2016). En raras circunstancias, hay casos en los que la osteomielitis es causada por infecciones fúngicas o reacciones autoinmunes.
¿Cómo se diagnostica la osteomielitis?
Si su proveedor de atención médica sospecha que puede tener osteomielitis, hay una batería de pruebas útiles que puede hacer para evaluarlo. En primer lugar, tomarán el historial de sus síntomas y luego harán un examen físico.
Una de las pruebas físicas que puede realizar su proveedor de atención médica se llama «sondeo al hueso». Si tienes una herida preocupante que es sospechosa de infección ósea, cogerán una sonda de acero inoxidable e intentarán tocar el fondo de la herida. Si pueden llegar hasta el hueso, hay una alta probabilidad de que haya osteomielitis. Esta prueba es importante, especialmente para evaluar la osteomielitis en el contexto de las úlceras diabéticas.
Las exploraciones radiológicas son importantes para averiguar si se tiene una infección ósea y dónde podría residir. Existen varias exploraciones diferentes a disposición de los profesionales sanitarios. La más rápida es la radiografía, que a veces puede identificar zonas de reacción inflamatoria en la superficie del hueso, así como zonas de destrucción ósea. Las radiografías también son útiles para identificar otras posibles causas de síntomas similares, como el cáncer y las fracturas. Sin embargo, las radiografías pueden tener dificultades para detectar pequeñas áreas de infección o signos tempranos de infección. Otra exploración comúnmente utilizada es la llamada RMN (resonancia magnética). Las imágenes de resonancia magnética pueden indicar si un hueso está infectado mucho antes que otras exploraciones, alrededor de 3 a 5 días después del inicio de la infección. Suele ser una de las mejores pruebas para detectar infecciones óseas, ya que detecta más del 90% de los casos con una baja tasa de falsos positivos (Hatzenbuehler, 2011). Sin embargo, es más cara que otros tipos de pruebas y no puede utilizarse en personas con metales en el cuerpo (aunque la mayoría de los elementos metálicos que se utilizan ahora en cirugía son seguros para la RM).
Los últimos tipos de pruebas de imagen se denominan pruebas de medicina nuclear. En estas pruebas, se le inyecta una cantidad muy pequeña de una sustancia radiactiva (no se preocupe, esto no es peligroso, y la cantidad de radiación a la que se expone es mínima), que luego es detectada por la máquina de imágenes. Una de las pruebas de esta categoría es la llamada gammagrafía ósea con tecnecio 99, también llamada gammagrafía ósea. En esta prueba se iluminan las zonas de actividad metabólica del hueso. Esto significa que las áreas de infección se iluminarán, así como cualquier inflamación o fractura. Otra prueba de esta categoría es la llamada gammagrafía de leucocitos, en la que se marcan los glóbulos blancos y se inyectan en el cuerpo. También llamada gammagrafía leucocitaria, los glóbulos blancos utilizados en la prueba se dirigirán a las zonas de infección, lo que puede ser útil si los profesionales sanitarios no están seguros de la procedencia de una infección. Ambas pruebas son inespecíficas, lo que significa que es un reto para los radiólogos saber si las áreas problemáticas que aparecen en estas exploraciones son una infección u otro proceso inflamatorio.
Los análisis de sangre también pueden ser muy útiles. Un profesional sanitario puede analizar los marcadores inflamatorios, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C reactiva (PCR), que suelen estar elevados en la osteomielitis. También pueden evaluar el nivel de glóbulos blancos en la sangre, que también suele ser elevado. Otra prueba que se suele realizar es un hemocultivo, en el que se analiza una muestra de sangre para detectar microorganismos en el laboratorio.
El diagnóstico definitivo de la osteomielitis se realiza mediante lo que se denomina biopsia ósea, en la que se extrae una pequeña muestra del tejido óseo y se examina al microscopio. Esto se suele hacer mediante un procedimiento quirúrgico. El personal sanitario también puede utilizar la muestra de hueso para detectar qué organismos están creciendo en ella. Esto puede ayudar a adaptar el tratamiento antibiótico a su caso específico.
¿Cómo se trata la osteomielitis?
La mayoría de los casos de osteomielitis se deben a una infección bacteriana. Por ello, la osteomielitis suele tratarse con antibióticos. La mayoría de los antibióticos tienen dificultades para penetrar en el hueso, lo que hace que las infecciones óseas sean difíciles de tratar. Por este motivo, los profesionales sanitarios pueden pedirle que siga una terapia antibiótica intravenosa durante un periodo de tiempo prolongado -semanas o meses- para poder erradicar completamente las bacterias.
Otra parte importante del tratamiento es la eliminación de trozos de hueso muerto o moribundo. Estas zonas de hueso también se denominan necróticas y, por desgracia, no tienen ninguna posibilidad de cicatrizar o regenerarse. Este procedimiento quirúrgico se denomina desbridamiento. El desbridamiento ayuda a eliminar las zonas en las que las bacterias pueden esconderse y causar más problemas en el futuro.
Si la osteomielitis afecta a zonas en las que se ha implantado previamente un hardware, como una fusión espinal o una cadera artificial, ese hardware tendrá que ser retirado y sustituido. Además, si la infección procede de un catéter intravenoso, como los que se utilizan en la hemodiálisis para las personas con insuficiencia renal, será necesario retirar el catéter. En los casos graves, la amputación del miembro afectado puede ser la única forma de tratar la osteomielitis por completo.
¿Cuáles son los factores de riesgo de la osteomielitis y cómo podemos prevenirla?
Existen algunos factores de riesgo importantes para la osteomielitis. Estas condiciones médicas pueden elevar el riesgo de osteomielitis de algo raro a algo preocupante. El primero de ellos es la diabetes. En la diabetes, el daño a los vasos sanguíneos y a los nervios provocado por el alto nivel de azúcar en la sangre puede causar úlceras en el pie diabético. El riesgo de desarrollar una úlcera en el pie en la diabetes es de alrededor del 15% (Alexiadou, 2012). Las úlceras del pie diabético son precursoras habituales de la osteomielitis. La infección en el lugar de la úlcera puede extenderse al hueso cercano, que puede tener dificultades para combatir la infección debido al escaso flujo sanguíneo que llega a la zona afectada. La mejor manera de prevenir la osteomielitis en la diabetes es prevenir las úlceras del pie diabético. Esto implica controlar los niveles de azúcar en sangre en la medida de lo posible, controlando la dieta y tomando regularmente los medicamentos para la diabetes. En la misma línea, la enfermedad arterial periférica es otro factor de riesgo para la osteomielitis, ya que un suministro sanguíneo deficiente puede provocar úlceras que luego desemboquen en osteomielitis.
Los problemas del sistema inmunitario, como los causados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o la quimioterapia, pueden disminuir la capacidad del organismo para combatir las infecciones y predisponer a desarrollar osteomielitis. En particular, las personas con anemia falciforme corren el riesgo de padecer osteomielitis e infecciones articulares. Esto se debe a que el bazo, que tiene una importante función inmunitaria, está dañado por la anemia falciforme.
Los traumatismos o las intervenciones quirúrgicas, especialmente las que provocan heridas abiertas, fracturas abiertas o implantes, pueden ser otro motivo de infecciones óseas. Y, por último, el consumo de drogas inyectables es un importante factor de riesgo. Las agujas sucias pueden introducir directamente bacterias en el torrente sanguíneo que luego siembran los huesos, causando infecciones.
Si le preocupa una infección en cualquier parte de su cuerpo, el mejor paso que puede dar es hablar con su proveedor de atención médica. Éste podrá realizarle las pruebas y el tratamiento necesarios para que vuelva a estar en plena forma.