Las obras románticas de William Shakespeare


Fotografía: Angela Gulner y Alexander De Vasconcelos Matos. Foto de Craig Schwartz.

Por A Noise Within
27 de febrero de 2020

El canon de obras de Shakespeare puede dividirse a grandes rasgos en cuatro géneros básicos: tragedias, comedias, historias y romances. Siete años después de la muerte de Shakespeare, John Heminges y Henry Condell publicaron el Primer Folio, la primera colección publicada de las obras de Shakespeare. El título oficial del First Folio impreso en la portada de la colección es «Comedias, Historias, & Tragedias del Sr. William Shakespeare». Esta colección fue la primera vez que las obras de Shakespeare se agruparon por géneros.

Desde la publicación del First Folio, las interpretaciones de las obras de Shakespeare han evolucionado. Nuevas interpretaciones y análisis de las obras han llevado a la creación de una cuarta categoría para las pocas obras de Shakespeare que no parecen encajar del todo en el molde arquetípico tradicional de una tragedia o el de una comedia: los romances.

Las obras románticas de Shakespeare son una mezcla de tragedia y comedia. La marca de una tragedia de Shakespeare es que la obra termina con varias muertes, dentro y fuera del escenario, mientras que las comedias de Shakespeare característicamente terminan en matrimonios. Los romances suelen empezar como tragedias, pero no terminan así. Por ello, los romances suelen denominarse «tragi-comedias». Las obras que entran en esta categoría particular incluyen:

– Pericles (escrita en 1608)

– Cymbeline (escrita en 1610)

– El cuento de invierno (escrita en 1611)

– La tempestad (escrita en 1611)

Es interesante señalar que Shakespeare comenzó a escribir estos romances hacia el final de su carrera y el final de su vida, ya que estas obras se centran en gran medida en los efectos del pasado en el presente. Estas obras están impregnadas de un tono melancólico, y la acción de la obra tiende a centrarse en remediar una injusticia pasada. El perdón es fundamental en los finales de las obras románticas. Aunque no se corrigen todos los errores cometidos a lo largo de la obra, gran parte de lo que se rompe se repara.

Las obras románticas tienen un enfoque más flexible del tiempo que las comedias, tragedias e historias de Shakespeare. En La Tempestad, Shakespeare explora cómo funciona el tiempo en la narración de historias adhiriéndose a lo que se conoce como la Unidad de Tiempo, es decir, que toda la acción de la obra tiene lugar en la misma cantidad de tiempo que tarda la obra en desarrollarse. Por el contrario, en El cuento de invierno, el tiempo aparece en escena como un personaje que salva un vacío de dieciséis años en la narración. La reflexión desempeña un papel fundamental en estas obras, ya que los personajes se enfrentan a los acontecimientos del pasado y emprenden un viaje físico o emocional hacia un lugar de paz y reconciliación. Al final de una obra romántica, los personajes supervivientes han cambiado y madurado.

Los elementos de magia y fantasía desempeñan un papel importante en las obras románticas. Estos elementos contribuyen a crear un entorno ambiguo y místico en cada una de las obras: ninguna de las obras románticas se desarrolla estrictamente en el ámbito de una realidad familiar. Los elementos de magia y misterio complementan las transformaciones que los personajes realizan a lo largo de la obra.

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