– Todo comienza con el tronco cerebral, que te pone en modo de sueño y -una vez que llegas a la fase de movimiento ocular rápido (REM)- apaga el movimiento muscular. Todo, excepto los ojos, se paraliza temporalmente. (Menos mal, porque de lo contrario se actuaría físicamente en las ensoñaciones.)

– Mientras tanto, las células nerviosas del tronco cerebral pueden dispararse de forma errática. Algunos expertos creen que el sueño se produce cuando la parte pensante del cerebro intenta dar sentido a estas señales.

– Partes de su corteza frontal -es decir, donde se encuentra su inteligencia- están desconectadas. Sin lógica, razonamiento o juicio, las reglas normales de espacio y tiempo no se aplican. Por lo tanto, un minuto estás sudando un examen para una clase que nunca tomaste, el siguiente minuto puedes volar.

– Los sueños involucran el hipocampo del cerebro, su cuna de recuerdos, y la amígdala, un jugador clave en la emoción. Por eso pueden implicar acontecimientos reales (aunque de forma retorcida) y hacer que te sientas realmente asustado o feliz.

– Aunque no haya nada que tus ojos puedan mirar, la corteza visual de tu cerebro, el área que interpreta las imágenes, cobra vida. Por eso puedes «ver» toda la acción en tu cabeza.

– La mayoría de los sueños se producen durante el sueño REM. Sin embargo, se pueden tener sueños fuera de la fase REM, aunque tienden a ser diferentes: más mundanos y menos «sólo en tus sueños» (por ejemplo, conducir un coche frente a ganar la lotería).

– Aunque la gente pasa de una a dos horas por noche en la fase REM, la mayoría no recuerda sus sueños. Los expertos no saben por qué, exactamente, pero podría tratarse de un mecanismo de adaptación: si se recordara todo, a la mente le costaría distinguir entre los acontecimientos reales y los soñados.

– De hecho, los investigadores siguen divididos sobre por qué se sueña lo que se sueña (¿es todo totalmente aleatorio o algún tipo de desahogo emocional?). Puede que los sueños le ayuden a procesar los complejos sentimientos de la vida o que, con sus extrañas recreaciones, cimenten subconscientemente los recuerdos. O tal vez se trate de algo mucho más sencillo: dado que los sueños se hacen más frecuentes a medida que se acerca la hora de despertarse, su mundo virtual podría estar preparándole para entrar en el real.

Fuentes: Allan Hobson, Ph.D., Harvard Medical School; Delphine Oudiette, Ph.D., Northwestern University; Francesca Siclari, M.D., University of Wisconsin at Madison

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