Cuando se expone a un período de estrés o trauma, puede producirse una detención temporal de la osificación. La posterior eliminación del factor estresante y la vuelta al crecimiento normal deja una línea de detención del crecimiento a su paso. Estas líneas pueden observarse radiográficamente y suelen ser más evidentes en las metáfisis del fémur distal y la tibia proximal. Se cree que estas zonas son especialmente propensas a desarrollar dichas líneas debido a su crecimiento constitutivamente rápido. Por el contrario, las zonas de crecimiento más lento, como los metacarpianos y las falanges, presentan líneas de detención con menos frecuencia. En este caso, hemos informado de dos ejemplos de siluetas intraepifisarias de las que hasta ahora se había informado raramente. Sin embargo, se han descrito líneas de detención, en forma de silueta, en la rótula tras una luxación recurrente. Se cree que la ralentización del crecimiento se debe a un traumatismo articular más que a una alteración del riego sanguíneo, y que la intervención posterior alivia el daño y produce una línea de detención. Las líneas de detención intraepifisarias se han documentado en raras ocasiones, como en el caso de Oestreich, en relación con determinadas enfermedades óseas metabólicas. Aquí hemos documentado dos casos de siluetas de detención del crecimiento intraepifisario (Figuras 2 y 4), que se producen de forma secundaria a un traumatismo.

Las líneas de detención del crecimiento fueron documentadas por primera vez por Harris en 1926. En ese momento, se creía que eran el resultado de la deposición de calcio y se producían experimentalmente en animales por inanición. A continuación, Park (1964) obtuvo resultados similares en ratas mediante la privación de proteínas y grasas y sugirió que la causa principal de la formación de líneas era una disociación entre la condrogénesis y la osteogénesis. Sin embargo, el examen histológico reciente ha demostrado que el cambio anatómico clave es una desviación de la orientación trabecular de longitudinal a transversal, y este contraste de orientación puede detectarse radiográficamente. Como las trabéculas transversales se encuentran normalmente en los huesos de crecimiento más lento, esto indica que la osificación no es anormal, sino que se produce a un ritmo reducido. Además, el crecimiento no se detiene por completo, e incluso en caso de enfermedad grave puede seguir demostrándose la osificación en la metáfisis. Aunque los huesos largos muestran normalmente trabéculas longitudinales como resultado de su rápido crecimiento, los huesos como los metacarpianos, que son menos dinámicos, contienen grados de trabéculas longitudinales y transversales, por lo que la aparición de líneas de detención es menos evidente en las radiografías. Además, estas líneas se modifican con la remodelación del hueso. Las más cercanas a la metáfisis son más gruesas en comparación con las líneas que han migrado hacia la diáfisis, y tienen un aspecto menos fragmentado. Con el tiempo, las líneas pueden desaparecer por completo.

Aunque la etiología precisa de las líneas de detención del crecimiento no se conoce del todo, suelen surgir durante períodos sostenidos de enfermedad o estrés biológico, por ejemplo, inanición, septicemia y quimioterapia. Por ello, se han utilizado regularmente en estudios paleontológicos para evaluar la salud de las civilizaciones antiguas determinando su presencia o ausencia en los restos óseos. Algunos autores también han demostrado en dichos estudios esqueléticos un mayor número medio de líneas de detención en aquellos con una edad más baja en el momento de la muerte. En el caso de las personas con enfermedades generalizadas o sometidas a quimioterapia, las líneas de detención pueden significar un tratamiento adecuado al poner de manifiesto la vuelta al crecimiento normal tras la eliminación del factor estresante. Además de las afecciones sistémicas, pueden aparecer en zonas de traumatismo localizado, como se ha demostrado en los tres casos anteriores, y pueden utilizarse para evaluar los daños en el cartílago de crecimiento. Si se produce una lesión del cartílago de crecimiento, las líneas de detención pueden predecir el desarrollo de una deformidad ósea tres meses después del traumatismo inicial.

En la situación postraumática, debe medirse la relación de la línea de Harris con la superficie articular, así como con el cartílago de crecimiento. Estas dos relaciones pueden ser diferentes si hay un cambio concurrente en el patrón de crecimiento epifisario. Si se forma una barra ósea en el lugar de la lesión/malogro de la fisis, la atadura puede causar tanto una reducción de la longitud normal alcanzada como un crecimiento asimétrico que cause una deformidad angular progresiva. Peterson comenta además que puede obtenerse información útil sobre el crecimiento a partir de las líneas de Harris en los huesos acompañantes (por ejemplo, en los casos 1 y 2 de nuestro informe).

Las líneas de detención del crecimiento se han utilizado en diversos campos para demostrar enfermedades. En los dos primeros casos la aparición de las líneas de detención es tanto metafisaria como intraepifisaria, siendo esta última una posición que sólo se ha documentado en raras ocasiones. En el último caso, la posición y la orientación de las líneas de detención son tranquilizadoras respecto al estado de la fisis distal.

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