Tanto si se trata de un movimiento profesional como de un dilema sentimental, todos nos enfrentamos a decisiones difíciles de vez en cuando. Las decisiones son difíciles porque tememos cometer un error y vivir con el arrepentimiento posterior. Lo que las hace aún más difíciles es nuestra tendencia a centrarnos en el resultado y no en el proceso.
La próxima vez que tenga que tomar una decisión importante, intente dedicar algo de tiempo a pensar en cómo toma sus decisiones en lugar de limitarse a pensar en la decisión que tiene que tomar.
* Conozca sus puntos ciegos
Incluso los pensadores más lógicos son vulnerables al sesgo cognitivo, un término que engloba los errores de juicio que distorsionan nuestra toma de decisiones. Hay más de cien de estos sesgos, pero la buena noticia es que una vez que aprendemos a detectarlos, es más probable que los evitemos. Para profundizar en los sesgos cognitivos, pruebe a leer Pensar rápido y despacio, del psicólogo Daniel Kahneman, ganador del Premio Nobel. Para una guía de referencia rápida, lea El arte de pensar con claridad, de Rolf Dobelli.
* Conectar con el momento presente
La práctica de la meditación de atención plena es otra forma probada de contrarrestar los sesgos cognitivos. Un estudio que apareció en la revista Psychological Science descubrió que una sesión de 15 minutos de meditación con respiración concentrada puede ayudar a las personas a tomar decisiones más racionales.
* Prueba la regla 10/10/10
La «Regla 10-10-10» de la escritora de negocios Suzy Welch está diseñada para ayudar a las personas a considerar sus decisiones desde una perspectiva de futuro, preguntándose:
– ¿Cómo me sentiré sobre mi decisión dentro de diez minutos?
– ¿Cómo me sentiré sobre mi decisión dentro de 10 meses?
– ¿Cómo me sentiré sobre mi decisión dentro de 10 años?
Si tiendes a tomar decisiones en el calor del momento, este ejercicio te ayudará a explorar los
beneficios compuestos y las consecuencias a largo plazo de tus elecciones.
* Adopta una perspectiva en tercera persona
Un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology descubrió que las personas que se alejan de sus dilemas y los consideran desde el punto de vista de una persona ajena son más propensas a tomar decisiones lógicas. Así que la próxima vez que tengas una gran elección entre manos, prueba la técnica del autodistanciamiento e imagina qué tipo de consejo le darías a un amigo en la misma situación.
* Reconsidera el valor
Cuando sopesamos los pros y los contras de una decisión, solemos pensar en términos de beneficios tangibles. Pero como señala la filósofa Ruth Chang en su charla TED, «Cómo tomar decisiones difíciles», no todo el valor es cuantificable. Esto no quiere decir que no debamos tener en cuenta los aspectos tangibles a la hora de tomar una decisión, sino que deben equilibrarse con los intangibles que a menudo pasamos por alto, como el bienestar, la calidad de vida y la tranquilidad.
* Crear valores predeterminados
Cuantas más decisiones tengamos que tomar en un día, menos astutas serán nuestras decisiones. Este fenómeno se conoce como «fatiga de decisión», y es la razón por la que Barack Obama rara vez variaba sus elecciones de ropa cuando estaba en el cargo. «Verás que sólo llevo trajes grises o azules», explicó entonces a un periodista. «Intento reducir las decisiones. No quiero tomar decisiones sobre lo que como o visto. Porque tengo demasiadas decisiones que tomar».
Aquí hay una conclusión: si tienes que tomar grandes decisiones, no te fijes en las más pequeñas. La vida es más fácil cuando tenemos unas cuantas opciones por defecto, y nuestra capacidad general para tomar decisiones también mejora.
* Busca información, no apoyo
La mayoría de nosotros analizamos nuestras opciones con amigos y familiares antes de tomar una gran decisión, pero como explican Chip y Dan Heath, autores de Decisive, a menudo buscamos tranquilidad bajo la apariencia de un consejo.
«A veces pensamos que estamos reuniendo información cuando en realidad estamos pescando apoyo», escriben. «Tomemos la tradición de llamar a las referencias de las personas cuando se quiere contratarlas. Es un ejercicio de autojustificación: Creemos que merece la pena contratar a alguien y, como «comprobación» final de nosotros mismos, decidimos recabar más información sobre él de antiguos colegas. Hasta aquí, todo bien. Entonces permitimos que el candidato nos diga a quién debemos llamar, y entrevistamos obedientemente a esas personas, que dicen cosas elogiosas sobre el candidato, y entonces, absurdamente, nos sentimos más seguros de nuestra decisión de contratar a la persona.»
* Amplía tus opciones
¿Estás luchando por elegir entre dos opciones igualmente atractivas? Los autores de Decisiva señalan que, después de todo, podría no ser un dilema tan grande. «Cada vez que en la vida tengas la tentación de pensar: ‘¿Debo hacer esto O aquello?’, en lugar de eso, pregúntate: ‘¿Hay alguna forma de hacer esto Y aquello?», escriben. «Es sorprendentemente frecuente que sea factible hacer ambas cosas»
* Confía en tu instinto
La toma de decisiones tiene lugar en gran medida en nuestra cabeza, pero también ayuda escuchar a tu instinto. Sopesa las opciones y haz números por supuesto, pero tómate un momento para sintonizar con los sutiles cambios que se producen en tu cuerpo cuando consideras cada opción. Las malas decisiones pueden hacer que el cuerpo se tense, mientras que las buenas decisiones pueden desencadenar una respuesta de relajación.
La práctica hace la perfección
Te guste o no, la toma de decisiones es un músculo que hay que ejercitar. Si eres un indeciso crónico, la mejor manera de liberarte de las dudas es empezar poco a poco. Practica la toma de decisiones rápidas en asuntos que, en última instancia, son intrascendentes, ya sea estableciendo un límite en la cantidad de tiempo que dedicas a elegir lo que vas a cocinar para la cena o escogiendo el primer artículo que te atrae del menú. Con el tiempo, te sentirás más seguro a la hora de tomar pequeñas decisiones, lo que a su vez te hará estar mejor preparado para asumir las grandes.