Hay poesía en la fachada de la Catedral Saint-Jean, sobre la que el dúo Ocubo proyecta un fresco contemplativo que mezcla flores y colores. Se trata de una obra sobre la textura, la forma y el color que combina el rendimiento artístico y la destreza técnica. En la plaza Antonin Poncet, cerca de la famosa plaza Bellecour, se invitó al público a pedir un deseo con la obra modular e interactiva «Wish Blow», creada por Helen Eastwood y Laurent Brun. Bastaba con soplar sobre la instalación para ver una cascada de burbujas de luz.
El parque de la Tête d’Or acogió el espectáculo «Présages» de Marie-Jeanne Gauthé y Géraud Périole, transformándolo en un maravilloso mundo de oro y brillo, donde todo giraba en torno a la belleza despreocupada. Un universo de ensueño, cuyo equilibrio pronto se vio amenazado por un soplo misterioso…

Una tradición secular

La Fête des Lumières se originó en 1643, cuando la ciudad imploró a la Virgen María que la protegiera de la peste, prometiendo honrarla con la construcción de una estatua en la cima de la colina de Fourvière. Doscientos años después, el 8 de diciembre de 1852, cuando la inauguración de la estatua se vio comprometida por el mal tiempo, el cielo acabó despejándose milagrosamente. Para agradecer a la Virgen María, los lioneses iluminaron sus ventanas con miles de velas, y así nació la fiesta.

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