Antecedentes: El 14 de junio de 2006, el Institute for Healthcare Improvement (IHI) anunció que su campaña para salvar 100.000 vidas había superado con creces su objetivo: salvar 122.300 vidas. LAS INTERVENCIONES: Aunque muchas de las seis «prácticas basadas en la evidencia» de la campaña están respaldadas por pruebas relativamente sólidas, el uso de equipos de respuesta rápida (la única intervención que no se exige o promueve ya en una iniciativa federal importante o de la Comisión Conjunta) no lo está. LAS «VIDAS SALVADAS»: Las tendencias seculares podrían explicar muchas de las «vidas salvadas», algo que el IHI reconoce (y que podría haber ajustado, dando lugar a una estimación de «vidas salvadas» notablemente inferior). Además, las estimaciones del IHI sobre las vidas salvadas dependen del ajuste de la mezcla de casos, que representa casi tres de cada cuatro «vidas salvadas». Los datos reales de mortalidad fueron suministrados sin auditoría por los más de 3.000 hospitales participantes, y el 14% de los hospitales no presentó ningún dato.

Implicaciones políticas: El IHI estableció y promovió un conjunto de objetivos alcanzables para los hospitales estadounidenses y generó una presión social sin precedentes para que los hospitales participaran. Este notable logro debería ser estudiado por otras organizaciones que buscan generar un cambio generalizado en el ámbito de la atención sanitaria.

Conclusiones: Aunque la Campaña de las 100.000 Vidas logró catalizar los esfuerzos para mejorar la seguridad y la calidad en los hospitales estadounidenses, la promoción de los equipos de respuesta rápida como norma nacional es problemática, y las preocupaciones metodológicas relativas a los cálculos de «vidas salvadas» dificultan la interpretación de los verdaderos logros de la campaña.

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