La palabra «yoga» puede utilizarse de dos maneras: como sustantivo o como verbo. En el primer caso, el yoga se refiere a nuestro estado natural de ser en el que ya no nos identificamos con el cuerpo y la mente, sino que nos conocemos como la fuerza vital infinita y comunitaria que está presente en todos los seres, y en todos los aspectos del universo. Es sinónimo del estado de Iluminación, Samadhi o Realización de Dios. En su segundo uso como verbo, la palabra yoga se refiere a aquellas prácticas que nos ayudarán a alcanzar este estado iluminado del ser. A través de la bondad y la gracia de su corazón, Sri Patanjali, el sabio y maestro de yoga, compiló para nosotros los Yoga Sutras en los que expone no sólo el estado de Yoga, sino las poderosas prácticas de yoga que podemos utilizar para alcanzar ese estado dentro de esta vida!
En el Yoga Sutra 1.23, Patanjali nos da una forma segura de alcanzar el estado de yoga. Es una práctica llamada ishvara pranidhana. Ishvara es una palabra sánscrita que puede traducirse como Dios supremo o personal. Pranidhana significa dedicar, consagrar o rendirse. La práctica de Ishvara Pranidhana, por lo tanto, significa que si somos capaces de entregar completamente nuestras identidades individuales del ego a Dios (nuestro propio ser superior) alcanzaremos la identidad de Dios. Si podemos dedicar nuestras vidas a servir al Dios que mora en todos los demás seres, humanos y no humanos por igual, iremos más allá de todo sentimiento de separación. Si podemos decir sin reservas: «Me entrego a Ti: mi cuerpo, mi mente y mi corazón, para que hagas lo que mejor te parezca», entonces nos liberaremos del estrés, la ansiedad, las dudas sobre nosotros mismos y el karma negativo que surge de nuestra dependencia de nuestros egos para determinar las acciones que realizamos en nuestras vidas.
Ishvara pranidhana ayudará a curar las aflicciones de la mente que causan dolor y sufrimiento, ya que está diseñado para redirigir nuestra energía lejos de nuestros deseos egoístas y dramas personales, y hacia la búsqueda final de la Unidad. Tan importante y poderosa es esta práctica, que Patanjali da instrucciones para ella en cuatro ocasiones distintas en los Yoga Sutras. Y aunque es el método más simple y directo para alcanzar el yoga, no es necesariamente una práctica fácil, o incluso una opción atractiva para algunos.
En nuestra cultura moderna y occidental, donde prevalecen los sentimientos de separación y desconexión, a menudo nos enorgullecemos de ser fuertes y dominantes sobre los demás. Estamos acostumbrados a que nuestros egos lleven la voz cantante y nos hagan creer que de alguna manera tenemos el control del universo. Por ello, la idea de rendirse se toma como algo negativo, ya que implica una especie de debilidad o derrota. Un ejército, por ejemplo, puede rendirse ante las fuerzas contrarias, convirtiendo a la oposición en vencedora. En el yoga, sin embargo, es todo lo contrario. La victoria se alcanza cuando renunciamos voluntariamente a nuestra idea limitada de quiénes somos (es decir, nuestro nombre, nuestros trabajos, nuestros problemas, etc.) y creamos el espacio necesario para sentir nuestra verdadera naturaleza del Ser, que es una alegría ilimitada y sin límites. Es como cambiar un grano de arena y recibir todo el universo a cambio. Y aunque se requiere una gran autodisciplina, confianza y fe para practicar ishvara pranidhana, en última instancia, se necesitará mucho más esfuerzo para aferrarse a la pequeñez del ego que para entregarse al yo superior.
Dentro de una clase de yoga, hay muchas maneras de practicar ishvara pranidhana, y cultivar nuestra capacidad y voluntad de entrega. Al ofrecer continuamente nuestros esfuerzos y recompensas a algo más que la ganancia personal, somos capaces de mantener a ishvara (nuestra propia forma personal de Dios) en el primer plano de nuestra mente. Al dejar de lado nuestros juicios y críticas, y seguir las instrucciones que se nos dan en la clase, aprendemos a seguir más fácilmente las indicaciones de algo que no sea el ego. Con cada postura de flexión hacia adelante, nos inclinamos ante Dios en alguna forma que tenga significado para nosotros, y con cada postura de flexión hacia atrás, ofrecemos nuestros corazones, para que podamos llevar a cabo la voluntad del universo con cada pensamiento, palabra y acción que realicemos.
De hoy en adelante, no desperdiciemos los momentos de nuestras vidas consumidos por la pequeñez, los celos, la lujuria, la codicia y las falsas nociones de superioridad. Contempla diariamente los atributos supremos de ishvara mientras meditas y ofrécete completamente como vehículo de la Voluntad Divina. La paz llega cuando renunciamos a la idea de que somos el «hacedor» y permitimos que el infinito nos guíe en nuestro camino. Deja ir, y deja a Dios.