(Inside Science) — Una cueva de Sudáfrica podría albergar las primeras pruebas de la innovación humana en la tecnología del sueño. Un nuevo artículo publicado hoy muestra cómo la gente de hace 200.000 años juntó hierba y ceniza para hacer estructuras parecidas a alfombras para mantener a los insectos alejados de ellos mientras dormían. El uso de la ceniza sugiere que podían controlar el fuego.

Lyn Wadley, arqueóloga de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, había trabajado en otra cueva anteriormente. Allí descubrió un lecho de 77.000 años de antigüedad hecho de plantas parecidas a la hierba llamadas juncias. «Las juncias tenían plantas medicinales, presumiblemente colocadas allí para servir de disuasión a los insectos», escribió Wadley en un correo electrónico. «Me fascinó la idea de que los primeros Homo sapiens tuvieran esos conocimientos».

Entonces, mientras excavaba una capa profunda de una cueva llamada Border Cave, vio rastros similares de hierba fosilizada que despertaron su interés. El lecho se encontró junto con herramientas de piedra y los restos de su fabricación, por lo que Wadley y su equipo sabían que había sido hecho por humanos y no por otros animales. Debajo de este lecho había capas de ceniza. La investigación se ha publicado hoy en la revista Science.

Los investigadores tomaron bloques de sedimento de la excavación, los fundieron en una resina plástica y luego los cortaron en secciones finas que pudieron examinarse con un microscopio para ver la estructura de la ropa de cama. Los resultados indicaron que la ceniza de la chimenea se rastrillaba para formar una base limpia para el lecho de hierba y para evitar que los insectos se metieran en él. Los investigadores también encontraron carbón de madera de alcanfor quemada y especularon con la posibilidad de que el humo medicinal se utilizara para disipar los insectos.

Wadley calcula que cada «cama» tendría casi 30 centímetros de profundidad. Añadió que las pilas de lechos estaban relativamente cerca de la parte trasera de la cueva, lejos del viento y la niebla. Los humanos habrían encendido pequeños fuegos cerca de ellos para alumbrarse, realizar actividades domésticas y protegerse de los depredadores.

Los pájaros hacen nidos y algunos animales duermen sobre la hierba, así que eso por sí solo no hace que el descubrimiento sea especial, escribió Wadley. Pero añadió que la importancia del hallazgo proviene de los métodos: las personas que vivían allí parecían construir la ropa de cama con un propósito, colocando la hierba sobre la ceniza que repele a los insectos, y hay pruebas de que quemaban la ropa de cama vieja infestada de plagas.

Estos comportamientos indican una comprensión de las propiedades medicinales de la ceniza, un deseo de mantener un campamento y a las personas que lo habitan saludables, y un deseo de prolongar la estancia potencial en un campamento a través de estrategias de limpieza, escribió Wadley. «Es importante destacar que la creación de las capas de ceniza y la quema de la ropa de cama vieja, así como el encendido de pequeñas chimeneas repetidas, implica que la gente podía crear fuego a voluntad, tal vez golpeando piedras para hacer chispas».

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