P: ¿Qué es el delirio, y es lo mismo que la demencia?
A: Los dos pueden tener síntomas similares, pero son condiciones muy diferentes. La demencia es una enfermedad progresiva caracterizada por el deterioro de la memoria, la atención, la capacidad de toma de decisiones y otras funciones cognitivas que acaban interfiriendo en la capacidad de la persona para realizar actividades cotidianas (como conducir, vestirse, cocinar o ir a un sitio sola). Suele desarrollarse gradualmente, a lo largo de muchos meses o años. La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia. La demencia también puede ser el resultado de múltiples mini-accidentes cerebrovasculares (AIT), en cuyo caso se denomina demencia vascular.
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El delirio, en cambio, es un síndrome agudo provocado por una causa subyacente específica. Al igual que la demencia, suele afectar a los adultos mayores y se caracteriza por cambios en la atención, la autoconciencia y la función de la memoria. Pero la aparición es rápida, en el transcurso de horas o días, y el estado mental a veces mejora y vuelve a empeorar en un solo día (los psiquiatras lo denominan altibajos). El delirio se considera una urgencia médica porque casi siempre está causado por una o varias afecciones que requieren atención inmediata. Entre las causas más comunes se encuentran las infecciones pulmonares o del tracto urinario, la intoxicación o la abstinencia de sustancias, las alteraciones electrolíticas, los niveles bajos de azúcar en sangre, las enfermedades hepáticas, los efectos secundarios o las interacciones de los medicamentos y los traumatismos craneales. El delirio también se produce a veces en pacientes hospitalizados, que pueden desorientarse por la falta de sueño (gracias a los ruidos fuertes, las luces brillantes y los despertares forzados), los efectos de la medicación (especialmente los sedantes), el estrés y las consecuencias de la propia enfermedad.
Los signos del delirio incluyen la dificultad para concentrarse o responder a preguntas, las alucinaciones y la incapacidad para mantenerse despierto. La persona también puede agitarse y negarse a seguir las instrucciones de otras personas, como las enfermeras. Una persona que presente estos signos debe ser llevada a una clínica médica o a un servicio de urgencias lo antes posible. Debe esperar que el médico le haga preguntas detalladas sobre el inicio del delirio, cualquier otro síntoma o signo asociado a él y qué medicamentos o sustancias ha consumido la persona recientemente. El médico también puede solicitar análisis de sangre, una radiografía de tórax, imágenes de la cabeza o un electrocardiograma.
El principal tratamiento para el delirio es tratar la causa o causas médicas subyacentes, una vez identificadas. El médico tratante también puede prescribir medicamentos antipsicóticos para controlar la agitación y las alucinaciones hasta que se resuelva el problema subyacente. Una vez resuelto, el paciente debería volver a su estado anterior al delirio, a menos que el acontecimiento causante haya provocado daños cerebrales (un traumatismo craneal, por ejemplo), en cuyo caso los síntomas mentales podrían no ser reversibles.
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