Durante más de tres temporadas, Christopher Moltisanti se ha visto envuelto en cosas bastante oscuras, pero nada puede igualar la absoluta desolación de su estado corporal y mental que se presenta en El tipo fuerte y silencioso, que destaca como el mejor episodio de la cuarta serie junto con el anterior Quién hizo esto.
Tras la muerte de Ralph, Tony debe evitar las sospechas, ya que matar a un tipo hecho por motivos personales no está permitido, y por ello dirige la «investigación» relativa al asesinato. Pronto surge otro problema: El consumo de drogas de Chris ha llegado a un nivel casi insostenible, ya que mató accidentalmente al perro de Adriana al sentarse sobre él, por lo que los que le quieren organizan una intervención con la ayuda de un tal Dominic Palladino (Elias Koteas). Sin embargo, las cosas no salen como estaba previsto, ya que la relación especialmente tensa entre Chrissy y Paulie se torna violenta y viejos rencores emergen con consecuencias devastadoras.
El primer programa de la temporada parecía indicar que Christopher había encontrado por fin algo de paz; ahora, nueve episodios después, le vemos en un punto de su vida tan bajo que poca gente se recuperaría de él. La escena central de la intervención es fundamental para permitir a Michael Imperioli probar cosas nuevas con su papel: como ya ha habido suficiente del sicario engreído y ambicioso, es hora de mostrar un lado más atormentado, y lo hace con un realismo desgarrador, anticipando sus esfuerzos ganadores del Emmy en la quinta temporada y demostrando que no hace falta sangre para hacer un gran episodio de Los Soprano: cinco minutos de violencia psicológica son igual de efectivos.