Porque nuestra música moderna es pobre. Mierda enlatada de lacayos del rap que no saben cantar mientras murmuran a un ritmo machacón – parloteando un monólogo inútil y desviado de prosa con un vídeo obligatorio de bellezas lujuriosas sujetas al intérprete, y festejando como si no hubiera un mañana. Para ellos y sus carreras, probablemente no haya un mañana. Pink es una de las pocas artistas contemporáneas que merece la pena escuchar, en una época vacía de música y de versiones híbridas diversas, porque realmente sabe cantar. Pero incluso Pink está ya atrapada en un tenue crepúsculo de melodías ortodoxas y pasión convencional anticuada. Hay una nostalgia rítmica persistente que hace que quieras agarrarte al pasado y remasterizar las cintas como un rayo de sol azul. Mi hija pequeña no soporta la música moderna, pero adora a U2. Su familia está muy orgullosa. No me importa que en la época de los Beatles se drogaran mientras escribían genialidades como Long and Winding Road y Come Together. Desde que la gran poetisa Judith Wright dijo a los alumnos del Launceston College, entre los que me encontraba, que el pulso y el ritmo del verso eran el atractivo de la música, entendí la canción. Me temo que su charla fue también una profecía del rap. Entendí que Bob Dylan no sólo me aconsejaba sobre mis derechos sino que lo hacía con una melodía pegadiza. O que Carly Simon pudiera ahondar en la estupidez de la vanidad masculina, y que Mick Jagger se centrara en la difícil situación de las amas de casa que toman pastillas. En los años 60, cada vez que salían discos de los Beatles, nos sentábamos a evaluar las letras y a maravillarnos con las melodías. El éxito de los Beach Boys, Good Vibrations, nos hacía pensar que el sexo era justicia poética. When I Was Young de The Animals era mi himno adolescente. The Moody Blues me hizo estar fabulosamente deprimido. Nights In White Satin es mi canción favorita de todos los tiempos, mientras que los Beatles siguen siendo mi grupo favorito de todos los tiempos. Perdón – banda. Y lo hicieron en estudios tan primitivos que la calidad es milagrosa. Los estudios actuales de aspirantes a estrellas del rock se limitan a aprender una rutina de baile de Michael Jackson, a marcar una canción con auto-tune, y a añadir después voces en off a una llovizna de sonido prefabricado; como un órgano de bongos cargado de fallas, que pulsa sobre desgarros programados de ritmos y notas. Los asaltantes del rap sustituyeron la canción por una tontería tan descabellada que deberían ocultar la letra, si es que la hay. Lo llaman rap porque eso es lo que quieren que hagan: envolverlo. El rap comenzó en Estados Unidos en los años 70 como un tipo de arte callejero (sic), según los apologistas. Más bien como una licencia literaria desaprovechada, que hurgaba en el ritmo del denostado pentámetro yámbico de la poesía. Los parlanchines del rap consiguieron sortear concursos como The Voice y American/Australian Idol, para colarse en las listas de éxitos con el fenómeno de la charla rápida. Una vez que firmaron un contrato de grabación, produjeron a voluntad un discurso ensordecedor y entrecortado sobre vómitos, violencia, sangre, sexo y oscuras depresiones. El rap es la mayor estafa de la historia de la música. El rap mató la melodía. Imagina a Bing Crosby tartamudeando y tartamudeando White Christmas o True Love. Imagina a Stevie Nicks recitando Rhiannon en un tono monótono. Imagina a Stairway to Heaven sin estribillo y sin air guitar. En los años 80, la música moderna -llamémosla M’n M- secuestró las dulces melodías del mundo y asedió la canción. Generaciones de adolescentes perdidos y con dinero en efectivo utilizan sus iPods para bloquear la verdad mientras tiran el dinero bueno tras el malo. Gracias a Dios por el último vestigio de Pink. El rap es un manicomio para nadies ligeramente agitados, que se inquietan con sus extremidades y se hacen intensos y ricos en una conversación unilateral y egoísta. ¿Desde cuándo una tropa muy coreografiada con una rutina de baile provocativa y un comentarista muy tatuado ilustran correctamente una canción? El rap es tan malo como la sincronización de labios, e, igual de deshonesto.

Articles

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.