El yodo radiactivo (131I) desempeña un papel importante en el diagnóstico y el tratamiento del cáncer diferenciado de tiroides (CDT); sin embargo, los datos sobre el uso del isótopo 123I en el CDT son limitados. Comparamos 238 gammagrafías diagnósticas de cuerpo entero realizadas 24 horas después de la ingestión oral de 185-555 MBq de 123I con sus correspondientes gammagrafías de cuerpo entero posteriores a la terapia con 131I obtenidas 4-5 días después de la terapia con 131I. Estudiamos las exploraciones en 3 situaciones clínicas: con la primera terapia de 131I, con la segunda terapia de 131I, y en casos de Tg elevada y exploración diagnóstica negativa. Se obtuvieron 177 pares con la primera terapia de 131I y mostraron una concordancia completa entre las exploraciones previas y posteriores al tratamiento en 166 pares (tasa de concordancia, 93,8%). Otras seis gammagrafías posteriores al tratamiento mostraron más focos en el lecho tiroideo que las gammagrafías previas al tratamiento, pero sin evidencia de captación en nuevas áreas. Sólo 5 exploraciones posteriores al tratamiento mostraron focos en nuevas localizaciones: 3 en los ganglios linfáticos cervicales (NLC), 1 en el pulmón y 1 nueva metástasis ósea en un paciente con metástasis óseas conocidas. Con la segunda terapia de 131I, se obtuvieron 34 pares y mostraron una concordancia completa en 28 pares (tasa de concordancia, 82,4%). Cinco pares discordantes mostraron focos adicionales en áreas que ya eran positivas en las exploraciones previas al tratamiento. Sólo 1 gammagrafía posterior al tratamiento mostró una nueva metástasis ósea en un lugar diferente de las metástasis óseas que se observaron en su correspondiente gammagrafía previa al tratamiento. De 27 pares de gammagrafías en pacientes con Tg elevada y gammagrafías pretratamiento negativas, 15 gammagrafías postratamiento siguieron siendo negativas, 6 gammagrafías postratamiento mostraron una captación en el lecho tiroideo, y otras 3 gammagrafías postratamiento mostraron captación pulmonar en pacientes cuyas gammagrafías de tomografía computarizada de tórax sólo mostraban bronquiectasias (en 2 pacientes) y cicatrices pulmonares (en el tercer paciente) sin evidencia de metástasis pulmonares. Tres gammagrafías posteriores al tratamiento mostraron una captación definitiva (en el lecho tiroideo, en el lecho tiroideo y en el pulmón, y en el NLC) en comparación con sus correspondientes gammagrafías previas al tratamiento, que inicialmente se informaron como negativas pero que, retrospectivamente, se consideró que tenían una captación débil. En 56 gammagrafías previas al tratamiento, la actividad diagnóstica con 123I fue de 185 MBq, y los resultados mostraron una concordancia completa en 54 pares. Dos exploraciones posteriores al tratamiento mostraron una captación adicional: 1 en el hueso y 1 en la NLC. Estos datos sugieren que la exploración previa al tratamiento con 123I es muy comparable a la exploración posterior al tratamiento con 131I y que la 123I es un excelente agente diagnóstico en el DTC.