Oír Milagros,
Un Aries introvertido.
Un Tauro que es parlanchín.
Un Géminis tímido.
Un Canciller que nunca sueña.
Un Leo que prefiere NO ser el centro de atención.
Virgos desorganizados.
El Libra que no se lleva bien… con nadie.
El Escorpio de corriente principal.
El Sagitario al que le gusta quedarse en casa.
El Capricornio que no es competitivo.
El Acuario que decididamente no es social.
El Pisciano bocazas.

Claro que estas no son las descripciones típicas de cada signo solar, pero he conocido gente que encaja con cada descripción. A menudo un cliente me dice… este es mi signo solar, pero no encaja conmigo, ¡no soy nada de eso! Puede que sí y puede que no. El objetivo de la astrología, en realidad el objetivo de cualquier arte sagrado, es que no somos reducibles. No podemos ser reducidos a nuestros genes, nuestra dirección, nuestra educación, nuestra familia, nuestros talentos o nuestras debilidades.

El todo es siempre mayor que las partes.

Eso es lo que enseña la astrología. También lo hace el tarot. Ambas disciplinas deberían fomentar una visión aérea… una que se abra y amplíe las posibilidades, no una visión que te deje atrapado en una categoría que no funciona y no resuena.

Más amor.

Más posibilidad.

Más promesa.

Nunca menos.

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