por David J. Keuler, PhD

El Dr. Keuler es un clínico senior en el Centro de Terapia del Comportamiento del Gran Washington. Es un especialista en el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo y condiciones relacionadas y ha estado en la práctica privada durante más de una década. Los comentarios relativos a este artículo pueden dirigirse a [email protected]

Este artículo se publicó inicialmente en la edición de otoño de 2011 del Boletín del TOC.

La literatura sobre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) incluye habitualmente relatos detallados de conductas de lavado, comprobación, repetición y deshecho asociadas a temores de daño a uno mismo o a otros. Asimismo, las descripciones de imágenes sexuales o violentas intrusivas; los impulsos de tocar, golpear o emparejar objetos; y las preocupaciones sobre lo bueno & lo malo y lo correcto & lo incorrecto, pueblan las páginas de los libros y artículos científicos y de autoayuda sobre el TOC. Sin embargo, para algunas personas que padecen el trastorno obsesivo-compulsivo, hay pocas esperanzas de «encontrarse» en las páginas de esta literatura popular. Su TOC es de alguna manera diferente: simplemente no se ajusta a estas descripciones populares.

Un subgrupo de personas olvidadas de este tipo informa de preocupaciones angustiosas por procesos o sensaciones corporales. Denominados coloquialmente «deglución obsesiva», «parpadeo obsesivo» o «respiración consciente», estos problemas forman parte de una clase de quejas que pueden describirse adecuadamente como «obsesiones sensoriomotoras». Las obsesiones sensoriomotoras, tal y como se definen aquí, se centran en procesos corporales automáticos o en sensaciones físicas concretas. Ya sean de naturaleza técnicamente sensorial o sensoriomotora, estas obsesiones comparten un precursor común: la atención selectiva. Cualquier proceso corporal o sensación a la que se preste atención de forma selectiva puede constituir la base de esta obsesión sensorial o sensoriomotora. En un escenario típico, los individuos comienzan a atender selectivamente a su deglución, por ejemplo, y se ponen ansiosos por no poder dejar de pensar en su deglución. Los intentos de distraerse fracasan, lo que conduce a niveles más altos de ansiedad. Esta ansiedad perpetúa el enfoque en la deglución, dejándoles preocupados y frustrados por sus intentos infructuosos de cambiar la atención a otra parte.

Ejemplos de obsesiones sensoriomotoras comunes

Las obsesiones sensoriomotoras suelen implicar uno o más de los siguientes aspectos:

  • la respiración
  • el parpadeo
  • la deglución/salivación (la frecuencia con la que se traga, la cantidad de salivación producida o la sensación de tragar en sí misma)
  • el movimiento de la boca y/o la lengua durante el habla
  • el pulso/latido del corazón (la conciencia del pulso o del latido del corazón, especialmente por la noche mientras se intenta conciliar el sueño)
  • contacto visual (a diferencia de las preocupaciones basadas en la ansiedad social, esta forma implica la conciencia del contacto visual en sí mismo o de qué ojo se está mirando cuando se mira fijamente a los ojos de otra persona)
  • distacciones visuales (e.p. ej. prestar atención a las «moscas volantes», la materia particulada que se desplaza dentro del ojo y que es más visible cuando se mira fijamente a una pared en blanco o la conciencia de los movimientos sutiles de los ojos, como los movimientos oculares sacádicos)
  • conciencia de partes específicas del cuerpo (p. ej. percepción del lado de la nariz mientras se intenta leer o, como en los casos de un niño pequeño y un hombre mayor, una hiperconciencia de partes concretas del cuerpo como los pies o los dedos respectivamente)

Características distintivas

Las obsesiones sensoriomotoras, tal y como se definen aquí, rara vez implican temores elaborados de daño a uno mismo o a los demás. Los temores se centran principalmente en la preocupación de que los procesos corporales automáticos o las sensaciones físicas no vuelvan a su estado inconsciente anterior, con lo que el enfermo se «volverá loco» para siempre. Estos temores suelen ir acompañados de la preocupación más amplia de que la propia obsesión sea interminable, una preocupación que el Dr. Jonathan Grayson ha denominado «obsesión por la obsesión» (Grayson, 2004). Las obsesiones sensoriomotoras no suelen ir acompañadas de actitudes o creencias perfeccionistas; sin embargo, ocasionalmente desempeñan un papel, como en el caso de un paciente perfeccionista que estaba constantemente preocupado por las manchas en sus gafas y por otras imperfecciones en su entorno sensorial. Por definición, los pacientes informan de niveles significativos de angustia, en particular como resultado de los trastornos de concentración en el trabajo, al socializar o al intentar conciliar el sueño. Las compulsiones en respuesta a las obsesiones sensoriomotoras suelen limitarse a intentos repetidos de utilizar la distracción para interrumpir la fijación en los fenómenos sensoriales.

La mayoría de las personas han experimentado en algún momento de su vida problemas transitorios con este tipo de hiperconciencia sensorial. La congestión nasal, la irritación de los ojos, los sarpullidos, la tos y cosas similares representan las molestias sensoriales normales que pueden llegar a preocupar a los individuos durante breves períodos de tiempo. Para algunos individuos menos afortunados, sus alergias crónicas, síndromes de dolor y otros problemas médicos provocan interrupciones sostenidas de la atención selectiva. Sin embargo, para una minoría de enfermos, su conciencia de los fenómenos sensoriomotores provoca una ansiedad y una preocupación lo suficientemente graves como para justificar un diagnóstico clínico de trastorno obsesivo-compulsivo o una condición del espectro obsesivo-compulsivo.

Relación de las obsesiones sensoriomotoras con los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo

La evidencia anecdótica sugiere que los enfermos diagnosticados con este tipo de TOC sensoriomotor son también más propensos a tener dificultades actuales o pasadas con otras variantes más comunes del trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno de pánico. Esto refleja el hecho de que los problemas de hiperconciencia sensorial no se limitan a una entidad diagnóstica concreta (como el TOC), sino que abarcan una serie de trastornos del espectro obsesivo-compulsivo. Por ejemplo, los individuos con preocupaciones por el intestino o la vejiga, la hipocondría (ansiedad por la salud) y el trastorno de pánico informan no sólo de la hiperconciencia sensorial (como la plenitud de la vejiga, los síntomas físicos agudos o la aceleración del ritmo cardíaco), sino también de los adornos cognitivos que implican temores específicos y catastróficos (como los accidentes intestinales humillantes, las enfermedades graves o el sufrir un ataque cardíaco).

Actualmente, los individuos que padecen las preocupaciones sensoriomotoras relativamente poco elaboradas que se describen en este artículo son diagnosticados rutinariamente de trastorno obsesivo-compulsivo. Los individuos que sufren de temores catastróficos elaborados asociados con sus preocupaciones sensoriomotoras tienden a ser diagnosticados de acuerdo con el contenido de esos temores (por ejemplo, un enfoque en la frecuencia cardíaca que lleva a temer un ataque al corazón se diagnostica como trastorno de pánico). La investigación futura determinará en última instancia si las preocupaciones sensoriomotoras que se producen dentro de varias categorías de diagnóstico clínico reflejan los mismos procesos neurobiológicos o no relacionados.

Tratamiento de las obsesiones sensoriomotoras

Las obsesiones sensoriomotoras pueden tratarse con bastante éxito desvinculando cualquier conciencia sensorial con la ansiedad reactiva. En otras palabras, las personas que las padecen deben experimentar en última instancia su hiperconciencia sensorial sin ninguna ansiedad resultante. La ansiedad, al igual que en otras formas de trastorno obsesivo-compulsivo, sirve de pegamento que une determinados pensamientos a la conciencia. Una vez que un pensamiento se vincula con la ansiedad, la mente consciente lo mantiene siempre presente. Esto ocurre porque la ansiedad forma parte del sistema de alarma del cerebro para el peligro. Está claro que la mente no quiere que nos olvidemos de cualquier peligro que pueda acechar. Si una idea concreta nos asusta, tendemos a pensar en ella una y otra vez. En las obsesiones sensoriomotoras, las personas que las padecen intentan cambiar su atención repetidamente por miedo a que su foco sensorial se «atasque» y no puedan concentrarse plenamente en la tarea que tienen entre manos. En este caso, el pensamiento de que «nunca voy a dejar de pensar en esto» conduce a un temor inmediato de deterioro del funcionamiento. Como resultado del emparejamiento entre este pensamiento y un resultado temido, la mente se aferra fuertemente a la propia conciencia que el enfermo está intentando librar. En muchos sentidos, esto se parece mucho al «síndrome del oso blanco», en el que los intentos de los individuos de pensar en cualquier cosa que no sea un oso blanco conducen a muchos más pensamientos de osos blancos (Wegner, 1989).

Para desprenderse de las obsesiones sensoriomotoras, los afectados deben aprender «el arte de la autoconciencia». Los enfermos deben aprender a invitar a la conciencia sensorial con una postura relajada y de aceptación, muy parecida a la concentración en la respiración diafragmática durante la mediación.

Psicoeducación

La primera etapa del tratamiento se centra en enseñar a los pacientes que la atención selectiva a procesos o sensaciones corporales previamente automáticos o inconscientes no es peligrosa en sí misma. Se tranquiliza a los pacientes diciéndoles que, una vez que su ansiedad se disipe, la conciencia sensorial cambiará. Esta tranquilidad suele sentar las bases para «invitar» a las sensaciones como medio para reducir la ansiedad.

Prevención de la exposición y la respuesta

En resumen, las obsesiones sensoriomotoras pueden superarse prestando atención voluntariamente al proceso o la sensación corporal correspondiente. Se indica a los pacientes que permitan que la sensación esté presente y que inviten a tomar conciencia de ella (exposición) con un enfoque casual y desapasionado. Al centrarse deliberadamente en las sensaciones (exposición), los pacientes dejan de confiar en la distracción (prevención de la respuesta) como herramienta para reducir la ansiedad. La exposición voluntaria repetida a las sensaciones conduce a una disminución de la ansiedad, ya que los pacientes se acostumbran a aceptar cualquier conciencia sin intentar evitarla o escapar de ella. La exposición imaginaria a determinados resultados temidos (por ejemplo, «mi vida se arruinará», «nunca tendré tranquilidad», «nunca podré deshacerme de este problema» o «esta obsesión nunca desaparecerá») puede emplearse para mejorar la exposición. Además, se puede pedir a los pacientes que inviten a las sensaciones y a los miedos que las acompañan a lo largo del día. Esto se consigue haciendo que los pacientes coloquen recordatorios (como notas adhesivas o pegatinas) en casa, en el coche y en el trabajo. Estos recordatorios ayudan a los pacientes a realizar exposiciones repetidas a lo largo del día, aumentando así la probabilidad de que la habituación tenga éxito.

Escaneo del cuerpo y atención plena

Los pacientes no suelen ser conscientes de los cambios en la percepción que se producen al atender selectivamente a sus cuerpos. Estos cambios en la conciencia pueden ser aterradores, ya que pueden representar un nivel de conciencia incómodo e inquietante para los procesos corporales previamente inconscientes. Los pacientes tienden a creer que deben desviar intencionadamente la atención de estas sensaciones inusuales o que antes pasaban desapercibidas para devolverlas a su estado inconsciente. La participación en una exploración corporal puede ayudar a los pacientes a entrar y salir con fluidez de su conciencia de estas sensaciones sin recurrir a intentos forzados.

Una exploración corporal implica desplazar la atención a varios procesos o sensaciones corporales durante períodos de tiempo prescritos. Se indica a los pacientes que cierren los ojos y atiendan selectivamente a sus pies, por ejemplo, hasta que adquieran una conciencia sensorial completa. Una vez que esto ocurre, pueden pasar a las pantorrillas, el estómago, la parte superior del cuerpo, los brazos, la cabeza o cualquier proceso sensoriomotor concreto (como la respiración). Los pacientes aprenden que pueden pasar suavemente de una sensación a otra sin quedarse «atascados», centrándose y volviéndose a centrar en ausencia de ansiedad, aprensión o intentos activos de forzar un cambio de conciencia.

La atención plena, el arte de prestar atención a una experiencia en ausencia de crítica, juicio o actitud defensiva, también puede desempeñar un papel importante. Como ya se ha dicho, las prácticas meditativas orientales de mindfulness suelen implicar la elección de determinados procesos corporales para que sean el centro de la práctica meditativa (por ejemplo, la respiración, la subida y bajada del pecho o del estómago, las sensaciones del aire a través de las fosas nasales). Se instruye a los pacientes para que permitan que su preocupación sensorial particular se convierta en su foco meditativo; deben aceptar todas las sensaciones sin críticas ni juicios, y observar cualquier sensación con curiosidad e interés. Con el tiempo, los pacientes comienzan a experimentar un desvanecimiento de la conciencia sensorial (o una tolerancia mucho mayor de la misma) a medida que su ansiedad disminuye y su voluntad de invitar a las sensaciones aumenta.

Conclusión

Las obsesiones sensoriomotoras probablemente afectan a innumerables miles de individuos cada año. Es necesario realizar investigaciones futuras para determinar la prevalencia del problema y la mejor manera de tratarlo. Hasta que se lleve a cabo dicha investigación sistemática, nos quedan los estudios de casos y la evidencia anecdótica que sugiere que las obsesiones sensoriomotoras se tratan mejor dentro de un marco cognitivo-conductual. La psicoeducación, el reencuadre cognitivo, la reafirmación, la exposición y la prevención de la respuesta, y ciertas técnicas de atención y aceptación pueden desempeñar un papel importante en la disminución de la frustración y la angustia asociadas a esta experiencia enloquecedora y a veces incapacitante.

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