La presentación clínica de esta paciente era atípica para la AG, con grandes placas papulosas eritematosas de borde activo, que afectaban a una gran superficie cutánea. La falta de disposición anular era particularmente desconcertante; sin embargo, las lesiones no anulares son habituales en la variedad generalizada de la AG (1, 2). El diagnóstico de reticulohistiocitosis multicéntrica (MRH) podría haberse sospechado también por la poliartritis concomitante y la asociación con el síndrome tumoral. En efecto, esta rara enfermedad inflamatoria granulomatosa sistémica se caracteriza por papulonódulos cutáneos y poliartritis grave y rápidamente progresiva, con asociación con diversas neoplasias en hasta un 25% de los casos (3). Sin embargo, en las biopsias de nuestra paciente no se observaron los hallazgos histopatológicos clásicos de la HMR, es decir, un infiltrado de células gigantes multinucleadas prominentes histiocíticas con citoplasma eosinófilo «en vidrio esmerilado» (4). La asociación en este caso de poliartritis fue también desconcertante, con una fuerte evolución paralela de los síntomas cutáneos y articulares, lo que nos llevó a considerar, junto con el rico infiltrado histiocítico intersticial observado en la dermis, el diagnóstico de dermatitis granulomatosa intersticial (DGI). Sin embargo, no se observaron otras características histopatológicas de la DGI. El infiltrado histiocítico afectaba a toda la altura de la dermis, incluida la dermis papilar, mientras que en la DGI sólo afecta a la dermis media y profunda. Además, las acumulaciones de histiocitos estaban dispersas de forma homogénea entre y alrededor de los haces de colágeno, y alrededor de los vasos sanguíneos, mientras que en la DGI se observan zonas focales de empalizada alrededor de las fibras de colágeno necróticas. En conjunto, estas características histopatológicas clave favorecieron el diagnóstico del patrón intersticial difuso de la AG (5, 6). La aparición de artritis se ha descrito en la AG generalizada (2), aunque no podemos excluir que también forme parte de un síndrome paraneoplásico, como se ha descrito en el curso de varias neoplasias malignas, incluido el cáncer de mama (7, 8).

En cuanto a las condiciones subyacentes que presentaba nuestra paciente, la diabetes y la dislipidemia son enfermedades ampliamente asociadas a la AG (1, 2, 9). Es importante destacar que también se han descrito algunos casos de AG asociados a neoplasias malignas (10-12), más concretamente en la AG generalizada (2, 13, 14). Un caso anterior de AG en una mujer de 52 años, que precedió en un mes al diagnóstico de cáncer de mama, se resolvió 1 mes después de la mastectomía y reapareció 1 mes antes de la metástasis (12). Si bien la amplia variación en el lapso de tiempo entre la aparición del cáncer y la AG reportada en la literatura no suele sugerir una relación causal (2, 10, 15), la demora entre el inicio de la AG y el descubrimiento del cáncer de mama en nuestro caso, fue corta, y el tratamiento de la neoplasia subyacente resultó en la regresión del trastorno dermatológico y reumatológico. Se puede esperar una resolución espontánea de la AG, pero rara vez se observa en la AG generalizada (1, 2).

Informamos aquí de un caso de AG intersticial generalizada asociada a poliartritis, con una fuerte sospecha de que ambas manifestaciones sean paraneoplásicas.

Los autores no tienen conflictos de intereses que declarar.

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