Los participantes de estas fiestas sexuales suelen ser desconocidos. Se reúnen en una casa y se quitan la ropa. Se juega de a muchos.
Cuando los asistentes son heterosexuales, los hombres forman una ronda. En el centro, las mujeres forman otra.
Entonces empieza a sonar la música. Todos bailan y se van moviendo, pero respetando la estructura circular. Las mujeres van en un sentido, y los hombre en el opuesto.
Cuando la música se detiene, las personas que quedan enfrentadas deben mantener relaciones. Con una consigna: el hombre debe penetrar a la mujer sin ninguna protección.
La dinámica se repite, pero cada vez con menos personas, ya que cuando un hombre eyacula o una mujer tiene un orgasmo, quedan eliminados. Gana el más resistente.
¿Por qué se llama «ruleta rusa sexual»? Porque esta práctica tiene un componente adicional que cambia radicalmente su lógica: uno de los participantes debe tener sida, aunque nadie puede saber quién es, según revela El Universal de México en un informe.
El fenómeno comenzó en los Estados Unidos, pero ya hay registros en diferentes países de América Latina. Lo que genera mayor preocupación es que participan personas cada vez más jóvenes.
Al haber sexo grupal sin protección, el sida no es el único problema, aunque es el más presente, porque se busca que haya siempre alguien con el virus. Pero también se multiplica el riesgo de contraer otras enfermedades de transmisión sexual, como sífilis, gonorrea y hepatitis C.
La «ruleta rusa sexual» parece ser una mutación más extrema y macabra de otro juego que se conoce desde hace varios años, el carrusel. La consigna de las rondas y la música es la misma, aunque no está presente el morbo con el sida.
En Colombia se reportaron hace algunos años varios casos de embarazos adolescentes y de jóvenes contrayendo enfermedades infecciosas tras haber jugado.
«Este tipo de juegos los vengo escuchando hace un año a través de los relatos de chicas embarazadas. Tiene sus variaciones, pero en esencia son relaciones sexuales grupales, que son en su mayoría indiscriminadas y sin la debida protección. Se dan principalmente en fiestas, fincas o lugares donde no hay control de los adultos», explicaba en 2013 Luz Marina Peláez Vanegas, encargada del proyecto de Salud Sexual Reproductiva de la Secretaría de Salud de Medellín.
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