Sabemos que los datos son valiosos. Debe serlo. Los gobiernos pagan a los hackers millones de dólares para conseguirlos. Cinco de las seis primeras empresas del mundo por valoración de mercado son empresas de datos. Las empresas que han descubierto el verdadero valor de los datos están ganando dinero a manos llenas.
Entonces, ¿por qué el sector del desarrollo se queda atrás? ¿No deberían los gobiernos y los donantes invertir en la producción de datos, el análisis y la tecnología que les permitiría orientar las intervenciones con la misma eficacia con la que Google orienta la publicidad?
En la esfera del desarrollo, donde los esfuerzos locales, nacionales y mundiales se unen en torno a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cabría suponer que los responsables políticos valorarían los datos tanto como sus homólogos en el ámbito empresarial. Al fin y al cabo, los ODS son un marco medible con un plazo determinado de 17 objetivos, 169 metas y 232 indicadores que todos los países se proponen alcanzar para 2030, y necesitan medir sus progresos. Es cierto que existe un fuerte consenso retórico de que la mejora de los datos es un requisito previo para alcanzar los ODS y no dejar a nadie atrás. Pero la demanda de mejores datos no se ha traducido en un aumento correspondiente de la financiación procedente de fuentes nacionales o externas. En otras palabras, el nivel de inversión no se corresponde con el valor declarado de los datos.
Al menos una de las razones es que los datos y las estadísticas se consideran a menudo como procesos a largo plazo e inversiones en sistemas, que compiten con prioridades que se consideran de impacto más inmediato. Esto habla de los cortos horizontes temporales de los políticos y de los responsables políticos y de su impaciencia por ver algunos resultados, aunque no se traduzcan en un cambio sistémico. También sugiere que los responsables políticos no saben cómo evaluar el valor de los datos en relación con otras prioridades de inversión.
Para hacer frente a este desafío, queríamos entender mejor cómo los economistas e investigadores han intentado medir el valor de los datos.
Nuestro documento, What Do We Know About the Value of Data? (¿Qué sabemos sobre el valor de los datos?), analiza cinco métodos para medir el valor de los datos. Su objetivo es comprender las ventajas e inconvenientes de cada método y determinar qué enfoques serían más eficaces para convencer a los responsables políticos de la necesidad de aumentar las inversiones en datos. Este análisis se basa en el inventario del valor de los datos publicado recientemente por Open Data Watch. Los enfoques revisados en este documento fueron:
- Enfoques basados en el coste: el valor se determina en función del coste de producción de los datos.
- Enfoques basados en el mercado: el valor se determina en función del precio de mercado de productos equivalentes o de la disposición a pagar de los usuarios.
- Enfoques basados en los ingresos: el valor se define estimando los flujos de caja futuros que pueden derivarse de los datos.
- Enfoques de monetización de los beneficios: el valor se calcula definiendo los beneficios de determinados productos de datos, como un censo, y luego monetizando los beneficios.
- Enfoques basados en el impacto: el valor se determina evaluando el efecto causal de la disponibilidad de los datos en los resultados económicos y sociales, o los costes en términos de ineficiencias o malas decisiones políticas debido a datos limitados o de mala calidad.
Después de revisar cada uno de estos enfoques, el documento encontró que: 1) medir el valor de los datos es realmente difícil y no hay consenso sobre la mejor manera de hacerlo; y 2) ninguno de los métodos es suficiente para influir en los responsables políticos.
¿Por qué es tan difícil valorar los datos? Todos estos métodos parten de la base de que los datos son un activo intangible. Además, los datos son, en gran parte, bienes públicos y, por tanto, no tienen un precio de mercado. Los datos no son rivales, lo que significa que su uso por parte de una persona no resta capacidad a otras para utilizarlos ni disminuye su valor. Esto significa que puede ser difícil seguir y medir el valor para diferentes usuarios a lo largo del tiempo y para diferentes propósitos. Estas características hacen que sea especialmente difícil precisar el valor y monetizar los beneficios de los productos de datos.
¿Cuál es el camino a seguir? De los enfoques revisados, consideramos que los basados en el impacto, que muestran el fuerte papel de la narración en la promoción del valor, son los más prometedores porque demuestran la relación entre las inversiones en datos y los resultados que afectan a la vida de las personas. Su mayor reto es la especificidad del contexto de algunos casos, que podría limitar su influencia con los responsables políticos. Pero, si es posible mostrar tanto el impacto humano como el retorno de la inversión, podemos tener una combinación ganadora.
De cara al futuro, la Asociación Mundial de Datos para el Desarrollo Sostenible apoyará los esfuerzos para recopilar historias sobre el impacto de los datos que establezcan un vínculo claro con el retorno de la inversión. Nos basaremos en el trabajo de nuestros socios y animaremos a todos los que se pongan en contacto con nosotros con historias que quieran compartir. Empaquetaremos estas historias y las utilizaremos en nuestra promoción mientras abogamos por una mayor y mejor financiación de los datos.
(Foto de Arne Hoel / Banco Mundial)