El hallazgo de una relación entre dosis crecientes de dothiepin (1) y
desarrollo de cardiopatía isquémica es importante, que si
es verdaderamente causal debería influir en nuestra prescripción para la depresión. Merece un examen cuidadoso.
Los autores han encontrado un efecto más de cinco años después de la
prescripción de dothiepin que es al menos tan fuerte como el de la exposición más
reciente. Esto pone en tela de juicio la plausibilidad biológica, ya que todos los mecanismos enumerados operan sólo durante la duración de la prescripción y son esencialmente reversibles. Hay otras explicaciones para este hallazgo.
Los antidepresivos tricíclicos pueden dañar directamente el miocardio de una manera menos
reversible, induciendo la liberación de enzimas cardíacas y la respuesta de anticuerpos antimiosina
(2), un efecto que exige una mayor investigación en humanos.
Tal vez una explicación más probable sea que cualquier relación con la terapia farmacológica
se vea confundida por la propia depresión como factor de riesgo de la cardiopatía isquémica
, y los autores lo reconocen. Si es así, ¿por qué no hay ninguna
relación entre los ISRS y la cardiopatía isquémica en este estudio? En el mismo
número del BMJ se confirma la relación entre las propiedades de recaptación de serotonina de los
antidepresivos y el aumento del riesgo de hemorragia gastrointestinal (3), por lo que los ISRS pueden, de hecho, proteger contra la enfermedad cardiovascular
a través de sus efectos antiplaquetarios.
Por último, debemos considerar la prueba de causalidad más básica que se aplica
a cualquier asociación en un estudio observacional, la de la temporalidad. El resultado de este estudio es el diagnóstico de cardiopatía isquémica y no la aparición de la enfermedad en sí. La enfermedad cardiovascular oculta suele preceder en varios años a la aparición de los síntomas, y es posible que la cardiopatía isquémica sea anterior a la prescripción de dothiepin en al menos algunos casos de este estudio. La hipótesis de la «depresión vascular» considera que la enfermedad vascular oculta es un potente factor de riesgo para la depresión tardía (4,5), que obviamente podría coexistir con la cardiopatía isquémica oculta. La consiguiente prescripción de dotiepina podría explicar plenamente esta asociación, sobre todo porque la población del estudio es predominantemente de edad avanzada.
cardíaca existente, que son razones suficientes para ser cautelosos con su uso.
1. Hippisley-Cox J, Pringle M, Hammersley V, Crown N, Wynn A, Meal A,
Coupland C. Antidepresivos como factor de riesgo de cardiopatía isquémica:
estudio de casos y controles en atención primaria. BMJ 2001; 323: 666-669
2. Martí V, Ballester M, Udina C, Carrio I, Álvarez E, Obrador D, et al.
Evaluación del daño celular miocárdico mediante anticuerpos antimiosina In-111-monoclonal
en pacientes bajo tratamiento crónico con antidepresivos tricíclicos.
Circulation 1995;91:1619-1623.
3. Walraven van C, Mamdani MM, Wells PS, Williams JI. Inhibition of
serotonin uptake by antidepressants and upper gastrointestinal bleeding in
elderly patients: retrospective cohort study. BMJ 2001; 323:655-657
4. Alexopoulos GS, Meyers BS, Young RC, et al. «Vascular depression»
hypothesis. Arch Gen Psychiatry 1997; 54:915-22
5. Thomas AJ. Ferrier IN. Kalaria RN. Perry RH. Brown A. O’Brien JT. A
neuropathological study of vascular factors in late-life depression.
Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry. Vol 70(1) (pp 83-87),
2001
Kevin Lewis, Psiquiatra Consultor; Joe Reilly (Correspondiente
Autor), Psiquiatra Consultor, Tees and North East Yorkshire NHS Trust,
Parkside Community Mental Health Centre, Park Road North, Middlesbrough
TS1 3LF
email [email protected];
Alison Coak,
Psicóloga Asistente; Sue Hunter, Farmacéutica Principal, Tees and North
East Yorkshire NHS Trust, St Luke’s Hospital Marton Road, Middlesbrough.